Los vecinos
Raymundo
Hernandez
Después de mi divorcio la convivencia fue insoportable, tuve que
comprar un cuarto pequeño, las divisiones eran de tablones de bagazo de caña,
todo se escuchaba, prácticamente no existía privacidad alguna.
Desde la primera noche dormir me
fue casi imposible, los gemidos de mi vecina además de mantenerme despierto
perturbaban mi mente. Alejandra era así de gozadora alguien me dijo antes de
mudarme, mientras yo luchaba contra la morbosidad que me provocaban sus
suspiros que atravesaban la frágil pared y eso me enloquecía, aquella noche no
resistí más, un llanto sublime me la hizo imaginar haciendo cosas indecentes y
comencé a masturbarme exageradamente.
Al día siguiente la ví no estaba
como de costumbre con ese short corto que le reventaban las nalgas, sino que
vestía un jeans negro bien ajustado , tenía fuego en los ojos, yo estaba
decidido a decirle alguna locura por tratar de ganarme un sitio en su cama
algún día, cuando la puerta de su cuarto se abrió, dos hombres sacaron una
camilla y sobre ella una esquelética anciana chupada hasta el tuétano. El
latigazo de su mirada me ordenó bajar la vista. Di media vuelta camino a mi
cuarto cuando un " Oiga vecino" me hizo detener. Era mi madre y murió
anoche, me dijo, llevaba sufriendo de cáncer mucho tiempo, por fin va a
descansar en paz y usted también supongo yo, al fin y al cabo vecino, aquí todo
se escucha .
Disfruté su cuento, gracias por compartir. Menuda sorpresa el final...
ResponderEliminarMuy bueno, me encantó. Felicitaciones
ResponderEliminarMuy bueno, me encantó. Felicitaciones
ResponderEliminarFinal inesperado,muy buen cuento,siga así
ResponderEliminarQue final inesperado! Muy buen cuento,siga así
ResponderEliminarQue final inesperado! Muy buen cuento,siga así
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar