Ser original Isbel González González Vamos a hacer algo absurdo. ¿Para qué? Para ser originales. ¿Y para qué ser originales? Para ser diferentes a los demás. ¿Y eso para qué? Porque es importante no parecerse a otros. No entiendo. Bueno, no importa, ¿lo hacemos? ¿Qué? Chica, algo absurdo. No, es mejor hacer el amor. ¿Tú no entiendes que eso lo hace todo el mundo desde siempre? Es que a mí me gusta. Pero no es absurdo ni original. Vamos a suicidarnos. Chica, eso es más viejo que hacer el amor. Entonces, ¿qué hacemos? Mira, vamos a creer en la política. No, eso no. ¿Por qué, eso no es absurdo? Sí, pero ya existen gentes que creen en esas cosas. Pero de mentira, nosotros vamos a creer de verdad. Algunos creen de verdad. Pero esos son unos estúpidos. Entonces nosotros seremos estúpidos también. No, ahí radica el absurdo; seremos dos individuos inteligentes que creen en la política. No, piensa otra cosa, eso es muy difícil. Bueno entonces vamos a matar una vaca e ir a venderla
En un momento no determinado de nuestras existencias emigramos y dejamos atrás nuestros más preciados tesoros: familias, amigos, libros y hasta alguna que otra tumba. Lo que creíamos como algo intangible, sobrenatural, desaparece mientras la nave sobrevuela. Ya no volveremos a ser de un solo lugar, para ser de muchos lugares a la vez. Perdemos nuestra memoria colectiva, para sobrevivir únicamente de nuestras personales memorias. Las Memorias del Hombre Nuevo: la mayor mentira del mundo.