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SENTIDO COMÚN

 Yolanda Felicita Rodríguez Toledo 

No sé qué tanto miran esos dos; lo que tienen que hacer es darme el permiso. El artefacto era de mi abuelo, antes de que yo naciera lo guardó en el varaentierra. Lo único malo sería el hidrógeno, pero bueno no puedo empezar a plantearme problemas tan pronto. He leído en algunos libros de química que se puede obtener hidrógeno utilizando ácido clorhídrico y limallas de zinc.

La otra vez que vine fue lo mismo, planillas, papeles y preguntas de doble sentido: “Dice usted que su abuelo es el propietario legal. Y qué tiempo hace que usted lo tiene. Ha pensado en los riesgos. Una vez que sea aprobada su solicitud qué piensa hacer. Cuál es la finalidad que persigue. Usted cree que su proyecto será beneficioso para la sociedad. Tiene usted algún pariente ruso; algún amigo. De dónde sacará los recursos para los suministros”.

La cara del tipo no me gustó, tenía una sonrisita burlona y una rascadera de cabeza como si no me estuviera tomando en serio. Lo cierto es que ya lo tengo todo, aunque no se lo voy a decir, allá él si cree que es una idea descabellada, como me dijo la primera vez el funcionario que me atendió.

Venga mañana, insistió, el director tiene mucho interés de conocerlo. Y así me fui, pensando en qué querría el tal director conmigo y por qué tanto largo a mi asunto.

Cuando el jefe del órgano de trabajo me recibió en la oficina habilitada para este trámite y se comportó tan amable, me preocupé más todavía, después mandó a buscar café para los dos y cerró la puerta.

Y una vez más pasé por lo mismo, ya sabía yo, dije y comencé a hablar antes de que terminara la tercera pregunta y me diera el mismo sermón: “Qué tiene de malo que yo tenga un cohete, que cuente con todos los recursos para echarlo a andar. Es importante declarar cómo los obtengo o de dónde salen. Si en esta oficina se aprueban todo tipo de servicios prestados, por qué tanto miedo a que yo ofrezca viajes a la luna. La tarifa de precios que propongo es justa, lo que ustedes tienen que hacer es darme un boto de confianza. Si no puedo desviar el curso no lo haré, descartaré las visitas a otros planetas, pero lo que no es justo es que esta es la tercera vez que tengo que explicar lo mismo. Usted se imagina cómo recaudaremos, y qué me dice de las amistades que haremos con otros habitantes, y ¡los extraterrestres!, con el tiempo que llevan tratando de contactarnos, esto puede ser un gran proyecto social compañero, quien quita que todo el que tenga algún artefacto guardado se sume a esta iniciativa y no sea yo el único que transite por el cosmos, tal vez tengan que abrir otras autopistas lácteas para ayudar a la circulación de los futuros vehículos espaciales. Sí, no me abra los ojos, estamos en la era del desarrollo, y el espacio no puede ser la excepción; o no será que usted querrá que lo sancionen el día de mañana por frenar el desarrollo, usted no lee las noticias, no sabe que las relaciones entre países están en muy buen momento, usted no puede ir en sentido contrarío de la evolución. Mire, y le digo más, si usted me aprueba el permiso para ejercer como cuentapropista y abrir mi negocio, le daré una buena comisión, y ni decir del dinero que aportaré para las obras sociales; es más, póngame en la planilla que estoy dispuesto a donar todos los ingresos a los niños desamparados, a las embarazadas, a todo el que lo necesite”. Señor, señor, usted se siente bien.

Tome un poco de agua por favor. El café está sabroso cantidad. Entonces, ahora que ha recuperado el color y dejado de sudar, dígame qué piensa de mi proyecto. Sí, claro, tengo un bolígrafo. Mañana a primera hora lo espero, será para mí un honor recibirlo a bordo, si quiere puede llevar a otros de este centro que estén interesados en participar del primer vuelo. Yo sabía que usted entendería, es un problema de sentido común. ¡Ah!, y no olvide usted llevar gorra y bufanda, póngase una ropa que cubra bastante, me han dicho que por allá arriba están soplando muy fuerte los vientos.

 

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