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Ser su “estrella” o la vida sigue igual

 

Seudónimo: Ángeles

 

 

 

Estrella iba y venía de un lado a otro del pequeño cuarto, arrastraba pesadamente las chanclas de madera como quien carga en ellas una herencia maldita. Sus ojos vacíos atravesaban el alma, se refugiaban en el suelo que la veía ir y volver sobre sus propios pasos. Afuera, el viento ya se había calmado, la lluvia y los grandes nubarrones se alejaban con rapidez, sobre el murmullo frenético del cauce del río se escuchaba el alarido de los puercos ajenos que despertaba al vecindario, desde lo más alto de los árboles sostenían un obstinado dueto los gorriones y los totíes, cientos de pequeñas alimañas terrestres observaban con hastío la matinal escena.

Con el tono más dulce que había encontrado en su registro, le había dicho a Rolando la tarde anterior ─no te demores.

Ahora recuerda la mirada de desprecio y mal humor que le había dedicado antes de tropezar con el guarda lluvias. Luego, los gritos e insultos mientras se alejaba en busca de ron.

El sol daba de lleno sobre su cabello enmarañado. Las tejas habían huido la noche anterior con el huracán, bailando un pas de deux con el viento y observando sus propios movimientos en el fondo del río como en una práctica danzaria.

Rolando no había aparecido en toda la noche. Quién sabe dónde estaría gastándose los últimos pesos. Solo restaba que llegara con la resaca y los deseos de destruir, creyó que se frustraría (no había nada más que romper), ese pensamiento le dio gracia y sonrió por primera vez.

De un lado del muro sus vecinos habían encendido una fogata y preparaban una caldosa como único consuelo. Amenizaban la esperan con un líquido amarillento traído por el Padrino y destilado en casa de uno de los parientes a los que la casa le había resistido. Estrella pensaba que al menos el huracán se había llevado también la peste a sancocho acumulado para los cerdos. ¡Claro!, los infelices no sentían lo mismo que ella a quien, los efluvios de aquel sopón que ya empezaba a oler, le devolvían la esperanza de calentar su estómago.

Del otro lado, la joven pareja, olvidando lo acontecido la noche anterior o justamente para lograr olvidarla, acoplaban sus cuerpos y sus voces bajo el atento oído del vecindario. Estrella sonrió por segunda vez, ruborizada.

La reja chirrió y la cabellera desgreñada de Estrella se puso de punta. Se preguntaba con qué le saldría esta vez y ella sin un cabrón trago para enfrentarlo, o al menos para que los golpes, esta vez, dolieran menos. La sombra se vio pasar a través de la puerta, tropezó con el guarda lluvias y protestó entre dientes. Aparentemente estaba calmado, eso era lo peor. Tímidamente le preguntó si quería un buchito de café que le había traído Fefa. Negó en silencio. Estrella pensó que estaba muy raro. Insistió. Él levantó la mirada, ella enmudeció.

─¿Qué coño hiciste con el techo?

─¿Yoooo?

─¿Tú me estás gritando? ─dijo él irritado.

─No, pipo, ese fue el ciclón.

─¡Qué ciclón ni que p..., vendiste el techo!, ¿dónde está el dinero?

─¿Qué dinero? ¿No ves que no se salvó nada? ¿Estás loco? Mira la cochambre que ha quedado en todas partes.

Rolando se acercó lentamente con una sonrisa sarcástica en los labios, acarició la melena desgreñada, luego la agarró fuerte y tiró de ella. ¿Loco? Arrastró a Estrella por todo el cuarto mientras le decía que si estaba tan sucio como ella creía, ahora quedaría limpiecito, tú eres el trapeador, ¿te gusta?, dime, ¿te gusta? Luego la levantó hasta que tuvo su fiera mirada al alcance de los ojos aterrorizados de Estrella, entonces los golpeó con furia desatada para que se cerraran de una vez. Los pómulos de la mulata quedaron destrozados, de los ojos solo podían verse los abultados párpados amoratados.

Finalmente la soltó. Caminó hasta el patiecito. Parecía que quería calmarse; pero con el ánimo renovado como quien no ha terminado su tarea, regresó sobre sus pasos y comenzó a patearla hasta que cayó exhausto a su lado. Ella no se movía. De todo su cuerpo brotaban hilos de sangre. Había abandonado la posición de ovillo y ahora yacía relajada. Como contraste una mueca de dolor se dibujaba en su rostro ahora pálido. Sus ojos inexpresivos denotaban que la vida se le había escapado. Rolando se acostó a su lado, levantó con cuidado la cabeza de Estrella, la recostó en su brazo derecho y miró hacia el cielo. A lo lejos se oían las sirenas. Esperó con paciencia que se acercaran mientras enredaba sus dedos toscos y ensangrentados en los húmedos cabellos de su mujer.

Horas después, la luna se reflejaba en el charco de sangre e iluminaba la triste habitación; afuera, los cerdos, los pájaros y hasta las alimañas hacían silencio, en el fondo del río las tejas dormían el largo sueño del adiós. La electricidad había sido restituida y en todo el vecindario se oían los goces de la novela de turno: la vida continuaba como si nada.




NUEVAS ENTRADAS DE OBRAS AL II CONCURSO INTERNACIONAL DE CUENTO PRIMIGENIOS

 

El II Concurso Internacional de Cuento Primigenios publica de manera exclusiva las obras concursantes en el blog de la Editorial “Memorias del hombre nuevo”. En esta edición un jurado determinará el cuento ganador, pero la interacción de los lectores con los cuentos publicados es algo importante para la promoción y divulgación de la obra y los contenidos editoriales de Primigenios, Lunetra e Isliada.org.

Las obras publicadas en el blog no han sido editadas ni corregidas, según la regla del Concurso. Los autores son responsables de las erratas que puedan aparecer.

El Concurso Internacional de Cuento Primigenios ha recibido hasta la fecha más de 50 obras ya publicadas en el blog “Memorias del hombre nuevo”, para que los lectores puedan acceder a todos los cuentos concursantes. Además se publicarán las estadísticas de lectores por obra y otros datos de interés que nos permitirán promover la lectura y el amor por la nueva literatura, esa que se escribe desde cualquier lugar del mundo. 

 



 

Comentarios

  1. Me encantó el cuento. Tristemente refleja una dura realidad de la que muchas mujeres no logran salir con vida. Felicidades a la autora

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  2. Me encanta lo que escribes aunque me encantaría ver una publicación más positiva, ya lei otro tuyo que trataba del maltrato a la mujer y aunque es una cruda realidad tu habilidad para escribir debe ser aprovechada en cuentos más positivos.

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