PATRULLA 598
(Seudónimo: NEPTUNO)
─Berto,
Alicia llamó para decirnos que Rodolfo falleció anoche y el entierro es a las
diez de la mañana. ─ dice mi esposa cuando me trae el café a la cama.
─Que
en paz descanse, el pobre, bastante que sufrió, Hay que admitir que fue un buen
vecino, tenemos que cumplir con su familia.
En
la funeraria, después de ofrecer el pésame a los familiares, se acerca Arturo,
mi primo y me dice al oído: Berto, mira aquel loco que está haciendo musarañas,
como se parece a ti, y para colmo trae un pullover igual al tuyo.
─Ah,
déjate de jodedera, es verdad que anda con un pullover idéntico al mío, pero
hasta ahí, y discúlpame, voy por flores. Regreso enseguida.
Ordeno
hacer una corona, pero cuando voy a pagar quedo sorprendido al percatarme que
había olvidado la billetera en la casa. Regreso a la capilla y le cuento lo sucedido
a Raquel, quien me entrega un billete de cien pesos. En el trayecto oí decir
que al loco lo habían echado de la funeraria porque empezó a burlarse del
difunto.
Poco
tiempo después regresa el demente. Arsenio, el hermano del fallecido,
malhumorado, llama a la policía desde su celular El oficial de guardia anota
los pormenores del individuo y le dice:
─Con
esas mismas características se escapó un paciente del Hospital Siquiátrico y
dos patrullas lo están buscando por toda la ciudad, te pido que lo entretengan
y no lo dejen salir que vamos para allá de inmediato.
Arsenio,
luego de apagar su teléfono le comenta a uno de sus vecinos:
─Nosotros
no estamos aquí para estar entreteniendo a nadie. Vamos a sacarlo ahora mismo.
Entre
los dos logran sacar al demente de la funeraria. Minutos más tarde Arsenio
pregunta por él y nadie le sabe responder el rumbo que tomó.
─Lo
más probable es que la policía se lo haya llevado ─ dice Arsenio, ahora más
calmado.
Momentos
antes de salir el sepelio le digo a mi esposa:
─Raquel,
al cementerio iremos en el motor, pero antes debo ir a la casa a buscar la
billetera. Sin la licencia no puedo seguir conduciendo, además tampoco traigo
identificación, ya hablé con Arturo para que me lleve. Vuelvo rápido.
─Vamos
Arturo, iremos en el motor mío y tu vas conduciendo.
─Que
va, mi hermano, hace más de diez años que no ando en motores de gasolina, ya ni
me acuerdo como cambiar las velocidades, así que vamos conmigo en la motorina.
─Está
bien, pero tenemos que apurarnos ¿dónde la tienes parqueada?
─La
tengo allá enfrente. Espérame aquí en la esquina.
Desde
el lugar donde Arturo tiene la motorina ve a Berto discutiendo con dos policías.
Observa cuando le colocan las esposas y lo introducen en el carro patrullero, Intenta
encender el motor para acercarse, pero éste no responde, entonces se desmonta y
corre para conocer lo que sucede, pero cuando logra rebasar la distancia, la
patrulla se pone en marcha.
─¡Cojone!
─ grita Arturo, lanzando la llave de la motorina contra la pared.
Arturo
llega sofocado a la capilla y grita a todo pulmón:
─¡Caballero,
a Berto se lo llevaron preso!
Todos
los ojos se vuelven incrédulos hacia Arturo. Raquel es la primera en intervenir:
─Pero
él me dijo que iba contigo, ¿Cómo se le ocurrió conducir sin documentos?
─No,
yo lo iba a llevar en la motorina. Lo dejé esperando en la esquina, por eso es
que no sé realmente lo que pasó.
─¡Ahora
mismo voy a la Primera Unidad para ver por qué lo detuvieron! ¿Te fijaste en el
número de la patrulla?
─En
eso si me fijé bien, el 598.
─Voy
a hablar con Sixto, mi vecino, para que me lleve en su carro.
─No,
irás conmigo. Ya sé lo que le pasó la motorina. Le había desconectado la
corriente.
En
la Primera Unidad de la Policía, Arturo, ahora más calmado, saluda al Teniente
que está en la carpeta, le cuenta todo lo que observó y pregunta los motivos de
la detención de su primo.
─¿Y
no se fijó en el número de la patrulla que lo condujo? ─ Pregunta el Teniente.
─Sí,
el 598.
─La
patrulla 598 reportó hace unos minutos que se dirigía a Cabaiguan para llevar a
un paciente que se había escapado del Hospital Siquiátrico.
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