El circo del autómata
Leinen de la Caridad Cartaya Benítez
Comparten mi celda
la gitana mutilada y la mujer con las barbas más largas que he visto. Está
abierta la exposición a la audiencia. Pasan mirándome y señalan: ¡está loca! Y
me miran, asqueados y curiosos como quienes miran una especie recién
descubierta en los confines de la tierra. Nos lanzan restos de comida y burlas,
y su repugnancia. Me juzgan, nadie siente en estos días. No permiten que lo
sueñe y me obligan a tomar las píldoras amarillas que me sedan por largos días
de inanición. Controlan hasta los recuerdos efímeros en que me abstraigo de la
sociedad mecanizada que me ha tocado vivir. Grito al mundo de éxtasis bajo la
influencia de la vaguedad de mi memoria por anteponer ser llamada tuya a ser
una mujer más sobre la tierra que usan y tiran para la fertilización en masa.
Me aclaman como la
atracción principal de la feria pero no me pueden arrebatar la sensación
infinita de sentirme amada y deseada, de sentirme dichosa por amarte y
desearte. Un látigo ungido con drogas alucinógenas me incita a caminar hacia el
centro del escenario, esta es mi rutina. Me colocan frente a la máquina de
tortura que ha adquirido a lo largo de las temporadas aspecto humanoide. Sus
cámaras en el centro de su cabeza de hierro transmiten en vivo cuando emerja el
otro protagónico del show. Le cortará la piel de mi esposo y le infligirá
dolor, aumentándolo levemente cada vez que suene el claxon programado. El
autómata inyecta la solución azul y sé que en esta escena toca fracturarle
algún hueso vital para luego recomponerlo con algún método tortuoso y dejarlo
deforme para la exposición de la noche.
Y le golpean, se
turnan entre algunos seleccionados del público que se prestan voluntariosos. No
sufre, no importa con qué lo golpeen o cuánto. El truco del acto está en verme
sufrir, llorar, gritar y patalear para interponerme. Al fin y al cabo, poco a
poco me lo están linchando. Si logro zafarme la amordaza y las cadenas me
colgaré de sus brazos pero ya lo he intentado unas 67 veces por lo habrán
reforzado todo. Esta vez han dispuesto que en espectáculo sea desprovista hasta
de mis harapos. Alguien se ha rifado la oportunidad, seguramente tuvo que pagar
más caro por abofetearme. El truco está en ver al torturado agonizando cuando
me distingue, se le escapan un puñado de lágrimas como si le arrancaran la
vida. Su vista se fija en mi vientre ligeramente elevado, relleno de moretones
y del retoño de nuestro hijo.
Me gusta mucho
ResponderEliminarGracias!!
ResponderEliminarSabia que te gustaba escribir, pero no sabía que lo hacías a este nivel.exelente ,muchas felicidades.
ResponderEliminarMe hizo reflexionar. Me gustó. Espero nuevos cuentos.
ResponderEliminarHola, me ha gustado, llegué aquí por tu amiga Dayana, cumplo misión aquí en Táchira. También escribo, lo que poemas, si quieres leer algo aquí te va donde público, que por cierto, es un sitio donde puedes leer y publicar de todo: http://tustextos.com/leer/dairo
ResponderEliminarMuchas gracias!!
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