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Cancer al pulmón 

Michael Steeven Celi Orozco 

CAPITULO 1

CUANDO QUISE MORIR

Me siento en el sillón, suspiro, agito las manos y mis cenizas caen en la alfombra color sangre que tengo ante mis pies, sangre que aún no es mía, intento respirar todo el aire que me falta, miro alrededor y no veo nada, la neblina cubre toda la habitación que ya de por si está vacía, intento hablar pero un golpe a mi garganta me detiene, me hace decir palabras que ni existen, pienso un momento, repito mucho aquellas palabras que ni estructura tienen, luego me falta el aire que tengo, no se sientan mal por mí, no soy víctima de aquel arma entre mis dientes, yo les doy permiso de que me maten, solo soy víctima de la vida, pero yo ya no estoy dispuesto a darle el poder a aquella pequeña desgraciada, me ha quitado al menos la mitad de mi corazón, y en venganza yo le he quitado un pulmón, estoy en competencia contrarreloj y te aseguro que me esfuerzo por ganarla. 

Han pasado miles de días, han pasado solo un par de horas, son las nueve de la mañana, sin embargo, afuera no hay sol, te he fallado, no pude matar al dragón, te he fallado, no pude matar al dragón, sin embargo, el maldito no me mató a mí.

Algún día te volveré a ver, algún día recuperaré la mitad de mi corazón si en el cielo San Pedro me admite con tan solo un pulmón, o tal vez con ninguno, sé que en cielo no hay cuerpo, pero si estás tú, te aseguro corazón, que no voy a necesitar ni respirar.

Te fuiste una mañana, te fuiste y te despediste de mí, ya vuelvo dijiste, ya vuelvo escuche, sin embargo, aún el cielo llora tu partida, sin embargo, aún le cuento a mi cigarro que te sigo buscando, mi niña, mi amor, aun no encuentro palabras y peor te encuentro a ti.

Para que puedan entender mi dolor, deberán sufrir estas palabras conmigo, mis palabras que ahora son mi vida, vida desastrosa y dolora la que me ha tocado, no hay metáfora ni comparación capaz de cambiar por felicidad este dolor.

Era un día cualquiera, un día común pensé yo, estaba haciendo mi labor de sastre, estaba ganándome el pan de cada día, no hace mucho te habían reconocido en tu escuelita como la mejor, la abanderada de su salón, que orgullo que sentía, que feliz me sentí, estabas haciendo tus deberes, estabas esforzándote por aprender, maldito cuaderno que se acabó, necesitaste comprar otro para terminar tus deberes, así que ya vuelvo me dijiste, apenas tenías una década de vida, ¿Por qué te llevo a ti?, llévame a mí que ya tengo unas cuantas de esas, llévame a mí que yo si me puedo defender.

Pasó una hora y no llegabas, pasaron dos y no te encontré, te busqué y te busqué, nadie te vio, nadie te ayudó, salvo una señora vendedora que te reconoció, un señor te llevaba en sus hombros me contó, pero parecía una persona conocida para ti porque no parecías asustada.

Agarre mi revolver y te comencé a buscar, los vecinos también ayudaron y toda la ciudad y el país te buscó, por todos lados, de arriba abajo camine, me dolían los pies, pero me dolía más tu partida, agarre mi revolver y fui a enfrentar al dragón, hable con un demonio en persona, maldito, ¿dónde está mi niña?, ¿Dónde la escondiste?, no te tengo miedo le replique, sin embargo no me decía nada.

Te buscaría por cielo y tierra, por mar y desierto, y eso hice, con mi camisa planchada, mi pantalón arrugándose por tanto caminar, con mi cabello largo y mis ojos tristes, sin miedo a nada te busque, tus hermanos eran muy pequeños para saber lo que estaba pasando, no podía perderte, no podía perderte a ti, ya perdí a tu madre, pero por favor, Dios, permíteme vivir mi vida junto a mi hija.

Sí, la madre de mi niña murió, y desde allí mi corazón comenzó a cuartearse, pero fueron las paredes del amor de mis hijos y de mi segunda esposa los que me ayudaron a seguir, pero ahora que te fuiste, Carmita mía, mi corazón se partió por completo, ¿Dónde estás querida hija?

Tal vez leyeron revolver y se asustaron de mi labor, no se preocupen soy un sastre en el centro de la ciudad, un hombre responsable y educado, pero ¿Quién no perdería el juicio si pierde a su corazón?, destruiría la ciudad entera para encontrarla de ser necesario.

Hasta que un día, la noticia llegó, mis oídos lloraron al escucharlo, y en mi pecho algo explotó, te habían encontrado, o eso me decían a mí, eras solo hueso y carne, esa no es mi niña dije yo, mi niña no puede ser, no había mucho que reconocer, el maldito dragón la había quemado, sin embargo un diente le faltaba, su ropa está a un lado de sus huesos, pero aquel diente no, le faltaba les dije, pero me dijeron que es un error, que ella es Carmita, que ella es mi amor, no puedes ser tú, no por favor.

Te seguí buscando, Seguí rogándole al cielo por ti, yo siento que tu estas viva, yo siento que tu estas aquí, te extraño demasiado, vuelve por favor, Dios dime dónde está, solo dame una señal, yo iré por ella.

Tus hermanos comenzaron a crecer, son tan inteligentes y buenas personas, no podían verme triste, no podían verme mal, yo no podía aguantar mucho más, aquel mismo revólver con el que te busqué, le di permiso de disparar, no contra el dragón, aquel estaba ya encerrado, si no contra la persona que fallo en cuidarte, yo.

Pero tal vez sería muy fuerte aquella situación, así que la mejor forma de desaparecer es poco a poco, tal vez así las personas no se asustarían mucho, cambié el aire por el humo de un cigarro que me prometía en la caja que moriría, y le creo.

Pasaron los años y aun funcionaban mis dos pulmones, mis hijos crecían, comencé a enfocarme más en el trabajo, había temporadas en las que tenía mucha labor, mi sastrería iba bien.

Como todos los días miraba el cuadro grande en donde coloqué una foto de Carmita, y recordaba aquellas veces que hablaba conmigo y que con su dulce voz me llenaba de amor, incluso cuando se le dificultaba pronunciar la letra r, uno no extraña los momentos malos, uno se acuerda solo de los mejores, de los felices.

Que todo el mundo haga silencio, no quiero volver a escuchar aquella letra, todo el mundo se equivoca, la pronuncian mal, la verdadera forma de pronunciarlo era como lo hacía mi Carmita, incluso cambiaría todo el diccionario de ser posible, solo para volverla a escuchar a ella.

luego de pensar le pedía a Dios que ella estuviera bien, sin embargo, aquel día, un cliente se acercó.

- Disculpe- expresó – usted, ¿Por qué tiene esa foto de aquella niña?

- ¿Por qué lo pregunta? - le repliqué

El cliente no era de por aquí, vivía en los Estados Unidos, pero por casualidades de la vida, si es que existen las casualidades, llegó hasta mí.

-Yo conozco a aquella niña, la he visto, es vecina mía – me dijo poniéndose la mano en la barbilla.

- ¿en serio? – contuve mi emoción

¿Será posible que sea ella?, ya han pasado algunos años, pensé

-Claro que ahora está más grande, esa foto parece de hace algunos años- me dijo sin quitar la mirada en el cuadro – y es muy buena niña, habla español, pero no puede pronunciar muy bien la letra r-

Dios mío, era Carmita, era ella, ahora que lo pienso, tal vez las casualidades son milagros disfrazados para no asustar a las personas.

Aquel señor quedó en volver, en darme direcciones exactas, más emocionado no podía estar, hace años que te perdí, y ahora hay la posibilidad de recuperarte, pero este mismo héroe, se convirtió en un verdugo, días después lo volví a ver, me han amenazado, me dijo, y total silencio vino después, ni direcciones, ni aclaraciones, el señor se convirtió en silencio absoluto, y mis pulmones en humo, diría que mi corazón se volvió a romper, pero hace tiempo que no funciona bien.

El tiempo pasó, y como la oportuna caja de cigarros me prometió, me estaba matando, de a poco, como si cada cigarro me diera una nueva oportunidad para elegir la vida, sin embargo, la rechazaba cada día, unas cuarenta veces al día, tal vez más, tal vez menos, ¿Quién sabe?

Un día me sentí muy mal, los cigarros suelen ser caros, un día me llegaron a costar medio pulmón, lo cual es mucho, tuve mi primera recaída, en mi mente yo ya estaba muerto, ahora solo le faltaba a mi cuerpo, sin embargo, después de escuchar las terminantes palabras del doctor

-Un cigarro más y te mueres-

Pensé en mis hijos, en mi esposa, me puse a pensar en que aún tengo vida por vivir, y decidí no pagar mi cuenta a los cigarros, ese mismo día llegué a mi casa y encima de mi cama enterré a mi vicio, el vicio demora años en matarme, pero yo pude matarlo en menos de tres segundos.

Y así el tiempo paso, me enfoque en cuidar a mis hijos, a mi trabajo, a mi hogar, abandone mis ideas mortales, al menos en público, pasaron los años, pasaron las horas.

Era un seis de diciembre del año dos mil, cuando me convertí en abuelo por cuarta vez, esta vez fue el segundo hijo de Yila, la segunda niña que tuve, recuerdo haber estado en el pasillo de la clínica, aquellos pasillos me recuerdan a los años que he ganado por dejar el cigarro, luego sentí algo, algo era diferente esta vez, Michael, el segundo hijo de Yila y Eduardo, y mi cuarto nieto.

-Es igualito a usted- me dijo mi amigo el doctor

Tal vez estaba exagerando, por lo tanto, no le creí, hasta que lo vi por mis propios ojos, era un bebe muy grande, de seguro mi hija tuvo que batallar mucho, y así fue, casi pierde al niño en el parto, resulta que se había enredado en el Cordón, gracias a Dios por el doctor que se dio cuenta, de lo contrario jamás hubiera conocido a tan especial criatura.

 

CAPITULO 2

CUANDO QUISO VIVIR

 

¿Qué es esto?, ¿Dónde estoy?, fueron las preguntas que me hice, sin embargo, todas aquellas sonaban igual, y las personas no me entendían, veo a un señor vestido de blanco, me trae en sus manos, luego me entrega a los brazos de alguien más, un momento, es mi madre, reconozco su voz, y también reconozco la voz de la persona que está sosteniendo su mano, si, es mi padre.

-Michael- dijo mi madre con voz dulce – bienvenido

Supongo que me llamo Michael.

Intente preguntar más cosas, pero me limite a respirar, pues es lo único que podía hacer, y también dormir.

Después de unos días muchas personas me visitaron, pero había una persona en particular, tiene cabello largo, y una barba medianamente larga, viste muy elegante, es muy amable conmigo y sonríe mucho.

-Niño- me decía muchas veces, pero no lo entendía, mi nombre es Michael.

Cuando por fin entendieron lo que yo decía, ya habían pasado muchos meses desde que aprendí a respirar, descubrí que aquel señor se llama Telmo, que peculiar nombre, apenas pude hablar comencé a tener charlas con él, que bueno hubiera sido entender todo lo que me decía, pero apenas tenía unos meses, pasaba todos los días con el

Cuando comencé a caminar, acompañaba a Telmo, quien aparentemente es mi abuelo, pero me gustaba llamarle “papi Telmo”, lo acompañe a todos lados, caminábamos, el me llevaba de la mano para que no me pierda, me cuidaba mucho.

-Diga carro- me dijo mi madre un día.

-Calo- respondía seriamente.

Pero algo parece que dije con gracia porque todos se reían con aquella palabra.

 

crecí muy rápido, o al menos eso es lo que me dicen, comencé a entender a las personas a mi alrededor, sobre todo a mi papi Telmo, era una persona muy sabia, muy educada, leía mucho, y aunque yo no entendía las palabras, igual quería sentarme en su sillón a imitar leer.

Pasaba con él todo el día, conversábamos mucho.

Comencé a frecuentar un lugar llamado “escuela”, pasaba medio día en aquel lugar, era agradable, y cada que regresaba a mi casa, ahí estaba el papi Telmo, en la parada de mi recorrido esperándome, con una sonrisa, cada que lo veo me pongo feliz, al igual que el también, es una persona muy feliz.

Un día, mientras el leía en la habitación del último piso de la casa, solíamos ir a ese lugar muy seguido, a mí me gustaba mucho, le dije:

-Papi Telmo, cuando te mueras, por favor, ¿puedes dejarme este lugar?

No pudo contener la carcajada que vino como respuesta a mi pregunta

- ¿Para qué quieres este lugar? - me dijo con una sonrisa en su rostro

- Porque cuando tú ya no estés, quiero subir a leer como tú.

Un año después le diagnosticaron cáncer de pulmón.

¿Qué es cáncer? Me preguntaba, supongo que era algo feo porque después de eso casi no veía a mi papi Telmo, pasaba durmiendo, tal vez estaba muy cansado para jugar conmigo, lo entendía, a veces yo también estoy cansado, jugar mucho te cansa mucho, es lógico, y tal vez él ya había jugado mucho a mi lado.

Un día entré a su casa y vi a un señor de pie, no tenía cabello, era muy raro para mí, era la primera vez que conocía a una persona que no tenía cabello, estaba un poco intrigado por conocer a la persona

-Niño- salió de su boca

Ahí entendí que esa persona era mi papi Telmo, ¿Por qué se cortó el cabello?, le quedaba mejor largo, pero si él es feliz, yo también lo soy.

Unas semanas después de aquello, Sali de la escuela y me llevaron a una clínica, entre a una habitación, estaba toda mi familia ahí, era un poco intrigante, ¿Por qué estaríamos todos aquí?, vi a la persona acostada, era mi Papi Telmo, creo que aún sigue muy cansado como para jugar, así que intente animarlo con un dibujo, pedí un lápiz y una hoja, el papi Telmo siempre tenía un lápiz en su bolsillo que estaba en su camisa, a él le gustaba vestir con camisas, pero esta vez no tenía una, llevaba algo diferente.

Lo dibujé a él y a mí, estábamos agarrados de la mano, encima de una nube, aun los adultos no entendían mi forma de escribir, así que le dije lo que significaba

-te amo papi Telmo- le dije

Creo que hice algo malo porque comenzó a llorar y me hicieron salir de la habitación, pero sé que le gusto el dibujo.

Papi Telmo murió unos días después de aquello, sin embargo, me sigue visitando de vez en cuando

Jamás pude despedirme, ni decirle gracias por todo lo que me enseñó, se convirtió en mi mejor amigo durante los 5 largos años que pase con él, sin embargo, un día, estaba tocando en mi guitarra la canción que más le gustaba a él, mi papá me tomo una foto, y tal como dije, me sigue visitando, en aquella foto podía verlo, a un lado mío, al menos su rostro, tenía el cabello largo y la barba, que rápido le creció, me dije a mi mismo, y eso me puso a pensar bastante ¿en el cielo te dejan elegir tu aspecto?, porque papi Telmo, yo también elegiría una barba.


Michael Steeven Celi Orozco es un cineasta y escritor nacido en Santo domingo – Ecuador el 6 de diciembre del año 2000. Teniendo apenas 19 años se ha destacado en el mundo audiovisual con cortometrajes como “sin paro” cortometraje dedicado al baloncesto sobre silla de ruedas, documentando y acompañando a la selección de baloncesto sobre silla de ruedas de su provincia, luego de terminar la secundaria se muda de su país y pasa a vivir en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires para continuar con sus estudios universitarios en la carrera de licenciatura en dirección cinematográfica, es ahí en donde continua grabando obras como “el camino del cine” un cortometraje dedicado a la historia del cine desde su inicio hasta su era digital, y el cortometraje “No soy súper, pero puedo ser tu héroe”, obra escrita, dirigida y protagonizada por él mismo. Sus cortometrajes han sido transmitidos en la televisión ecuatoriana, comienza también en Buenos Aires su carrera literaria, escribiendo su primera novela corta que comparte el titulo con su último cortometraje, presentando de esa manera su gran entusiasmo y talento para crear historias tanto en la pantalla como en letras.  


 

 

 

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