Adalberto
Hechavarría Alonso
El hombre venía después de haber pagado su condena. Llevaba veinte años
esperando ese momento, desde aquel lunes fatal.
Mientras caminaba recordó el álbum rosado. La primera foto, el día que
la llevó al fotógrafo, la bata blanca de los cuatro años.
Abandonó la calle asfaltada y tomó el trillo de siempre. “Poco ha
cambiado”-pensó.
Con la agilidad de un felino se acercó a la ventana. Ella estaba sentada
en una mecedora. El tatuaje se distinguía bastante bien.
Le recordó la foto en bikini…Ahora
cosía.
Sintió deseos de fumar. Tocó la cajetilla con mano temblorosa,
no tuvo fuerzas para encender el
cigarro.
. La mujer seguía con la tijera.
La vio contenta con el certificado de
noveno grado, su risa diáfana. La mano del profesor extendida.
-¿Estará casada? se preguntó mentalmente.
La noche comenzaba a caer.
Fue repasando en la memoria el álbum de los quince: el vestido largo,
las fotos semidesnudas…
Ahora siente un fuerte dolor de cabeza.
Cierta culpa…
¡Cuánto había planificado aquel encuentro y le faltaba valor para
pararse frente a ella!
La tijera cayó al piso. Ella se inclinó a recogerla y miró hacia la
ventana.
Él sintió un escalofrío y se agachó.
Entonces como tantas veces se tuvo odio. Se vio en la bicicleta
con ella en la parrilla rumbo al bosque…
Excelente cuento, un saludo
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