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EL PERRO VULGAR

Adrián Pernas Álvarez

 

Dos outs en el sótano del séptimo y último inning para Industriales. El partido está cuatro a tres a favor de La Isla, que ya perdió el primer juego de la jornada doble. Acevedo lucha su base por bolas y ocupa la inicial. Anglada comenta que Yogui Berra dijo una vez que la pelota no se acaba hasta que se acaba. Yo pongo en duda que la frase sea de Yogui Berra. Alguien preguntará quién soy yo para poner en duda nada. Alomá da un buen batazo para el left que le sirve para llegar a segunda, mientras que Acevedo no puede pasar de la antesala. Mi mamá me dice que ya van a ser las dos. Yo le pregunto si ahora trabaja para Radio Reloj. Me grita que a menos que quiera quedarme sin dientes no me haga más el gracioso, que yo sé muy bien que ella me lo dice por la cola del pan. Mientras yo contesto que apenas se acabe la pelota voy, Pavel Otero y Héctor Villar comentan que Alomá le protesta a Acevedo por haber salido tarde. Cambian al pícher. El pan sale a las tres, pero tengo que hacer la cola al menos una hora antes o no alcanzo. Correa entra al cajón de bateo. A veces el pan lo sacan antes de las tres. Mi mamá grita algo más, pero no le hago caso. Anglada dice que el juego no se decide hasta el out veintisiete, o en este caso hasta el veintiuno. El que sale a las tres es el suave, el redondo, de ochenta centavos, que es el que compro siempre, porque me gusta más y porque veinticinco panes suaves duran más que cuatro flautas duras de cinco pesos. El pícher lanza una bola fácil a la goma y Correa la batea incluso más fácil. La pelota se interna en el left, Acevedo entra caminando y Alomá se riega en home. Quieto todo el mundo. Yo pego un brinco en el sillón, aplaudo, grito Pinga esosón loj mío cojone, apago el televisor, me pongo un pulóver y el nasobuco, cojo una jaba y los veinte pesos y me voy contento y todavía sobresaltado a buscar el pan. Aún no son las dos. Radio Reloj me hubiera avisado.

Bajo las escaleras y veo una rana muerta en medio de la acera. Ha llovido mucho estos días, no es extraño encontrarme una rana. Murió aplastada. Las vísceras se le escapan por una herida en medio de la barriga. Siento un poco de asco y un salto en el estómago, aunque esto último puede ser perfectamente por la emoción del final del juego. Sigo mi camino. La rana no va a perturbar mi alegría. Llego a la esquina y veo un perro, bastante vulgar, que caga. La mierda del perro es verde. El perro la huele y la prueba. Siento otro poco de asco y el mismo salto del estómago, pero, de nuevo, puede ser aún de la emoción. Doblo a la izquierda. Ninguna rana ni ningún perro van a perturbar mi alegría. La panadería está a unos cincuenta metros. Hay una cola considerable, si bien no tan larga. Pido el último para el pan suave de las tres. La muchacha que me lo da me dice que va hasta la otra cuadra, pero que viene en seguida, que mientras tanto me guíe por aquella señora, la del vestido negro con la sombrilla, que va detrás de una señora que va detrás de un señor que está sentado en un portal en la acera del frente, pero que la señora había ido hasta la tienda y que viraba en un momentico, que ella no se iba de la cola. Alguien viene preguntando el último, digo que soy yo y le explico todo lo anterior. Saco mi celular y me aparto a un rincón a leer. Desde que cambiara todo con el coronavirus he leído al menos cuarenta libros entre cola y cola. Es un poco difícil hacerlo porque lo mundano interrumpe constantemente mi abstracción, en ocasiones tengo que repetir la misma página varias veces para poder entender lo que leí, pero aun así es preferible a escuchar a las señoras decir que El rostro de los días —que por suerte ya se acabó— es de las mejores novelas cubanas que se han hecho, que las novelas turcas las tienen enganchadísimas y que el hijo de Fulano es en realidad el primo de Mengano que se acostó con la hermana de Siclano y tuvieron a Esperancejo que nació chiclano.

Son apenas las dos y diecisiete, según mi celular, y la gente de la cola, que estaba en la acera de enfrente de la panadería, para resguardarse del sol, cruza la calle. Ya van a comenzar a vender el pan. Yo no me entero hasta que la muchacha a la que le di el último me avisa. Cruzo yo también. Sale la primera persona con su jaba y sus veinticinco panes. Y otra. Y otra. Y otra. La que va detrás de mí me dice: Mira a la señora del vestido negro con la sombrilla por donde va ya. Yo le explico que la muchacha que me había dado el último había regresado y que los otros tres delante de nosotros venían con ella, claro que, anteriormente, ella no me lo había comentado. Pero ninguna rana, ningún perro, ni ninguna persona de la que no sabía hasta ahora que estuviera delante de mí en la cola me van a perturbar la alegría.

De pronto sale alguien con una jaba llena de flautas de pan. Comienzan a protestar los de la cola del duro. Los primeros son dos señores de más de sesenta años ambos. Oe oe oe, dejen el descaro que la cola e ustedej la del suave, dice uno de ellos, vulgar y amaneradamente, A ver a ver a ver, que ahora voy yo; ¿Qué va usté adónde?, contesta un muchacho, uno de los que viene con la que me dio el último, y al hablar es una copia más joven del señor, Noj toca a nosotro que marcamojace rato pal suave; Sí pero ya empezaron a vendel el duro; Anjá. ¡¿Y?! ¿Cuál ejel problema? Vamo nosotro que pa eso marcamojace rato; No pero ya empezaron a vendel el duro y ustedejestán comprando; Aquí nadiestá comprando na. Nosotro estamo pal suave; Mira déjense descaro que ahora mismo acaba e salir una mujer dahí con una jaba e pan duro; Bueno pero ya eso no ej mi problema si ustede se dejan meter el pie. Ahora sestá despachando el suave y nosotro el que vamo a comprar ejel suave. ¿Cuál e?; Mira niñita, dice ahora el otro señor, sal del medio que ahora vamo a comprar nosotro; Oiga señor déjese falta e respeto. ¿Qué niñita que pinga? Despué andan diciendo que si la juventú y ustede son los primero en armal toa la peste a pinga esa. Ahora vamo nosotro que pa eso hicimo la cola y se acabó. ¿Bien? Buenaj noche; ¿Que buenaj noche que pinga? Que ahora vamo nosotro; Oiga señor deje la chusmería ya, dice ahora otra que viene con la que me dio el último; No chusmería no mamita. Quej que me toca a mí, porque ya están despachando el duro, así que yo lo siento; Ay señor ¿usté no se ve muy viejo pa estar en la mariconería esa?; Oye ¡¿que mariconería e qué?! Quesej mi hermano, dice el otro señor y empuja a la mujer; ¿Quejeso usté estarle dando a una mujer?, dice de nuevo el muchacho, que sale finalmente con su jaba de pan; Mira niñita; Oe ¿qué pinga e? Yo dije que buenaj noche y se acabó. No discutan ma que ahora van a comprar ellajy ¿qué pinga pasó? O tengo que ponerme en fase y sacar aquí mi calné de… No alcanzo a oír de qué es el carné.

La muchacha que va delante de mí compra y la discusión continúa y se propaga al resto de los integrantes de la cola y un señor con gafas y bastón se para delante de mí y no me opongo y la que me pidió el último le dice a alguien que yo estoy en la bobería y que se me van a colar y me viro y le pregunto si ella no veía a quién tenía delante o estaba ciega también y el hombre no se inmuta con mi comentario y yo no me arrepiento en lo más mínimo y sale y entro y me paro delante del mostrador y los carros con el pan y el pan suave y el pan duro y el pan con pasas y fruticas a siete pesos que no vale ni setenta centavos y los panaderos al fondo y la gente detrás de mí en la cola y el ruido del horno y los gritos en la cola y el olor del pan y el olor a sudor en la cola y las dos dependientes y yo que a duras penas alcanzo a decir Buenajtardelojventepesoepanporfavor y los veinticinco panes en la jaba de nailon y yo que salgo y la cara de tranca de la muchacha que va detrás de mí porque ahora se le había colado una señora y yo que grito Permisodéjenmepasarqueyonotengoculpaelregueroelacola y me voy y ya no me acuerdo de por qué estaba feliz y siento asco y revoltura en el estómago y quiero vomitar y llego a la esquina y…

De pronto me he repuesto. Vuelve a cagar su mierda verde y a comérsela el perro vulgar y yo me quedo absorto contemplándolo. No siento nada.

Comentarios

  1. Ajajjajajajajajajajajajajaajajajajajajajajajajajajajajjajajajajjajajajajajajaj la alegría era por el baseball 🤦🏻‍♀️🤦🏻‍♀️ y al final de q era el carnet y hijo? Seguro limitado físico 🤣🤣🤣🤣🤣🤣

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  2. Esto no se acaba hasta que se acaba...muy buen juego de pelota...

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  3. Me encanta la cacofonía de voces que capta el ambiente y la experiencia, el caos de hacer cola ahora.

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