EL RESCATE DEL ESCARABAJO SAGRADO
Ernesto
Rodríguez Castro
Egipto, bello lugar, con sus pirámides, sus momias, y sus misterios.
Aquí venían los ladrones de
tumbas para entrar en las pirámides y llevarse algún botín, pero siempre
quedaban prisioneros en ellas. Algunos no encontraban las salidas, y otros
caían en las trampas que colocaban los antiguos faraones.
Unos decían que era la
maldición de la momia y no iban más. Desde entonces Egipto ha estado tranquilo
y libre de saqueadores de tumbas.
El faraón Amón era muy
querido por su pueblo, todos los domingos rezaban a Ra, dios del sol, para que
los ayudara.
Después el faraón iba a una
sala donde dormía su gato Niloed, quien custodiaba el escarabajo sagrado, un
objeto dorado al que el rey le pedía que ayudara a su pueblo y no pasara nada
malo.
Su gato era muy especial, no
solo era guardián del objeto del faraón,
si no que lo trataban como a él; pues el gato es el animal sagrado en
Egipto.
Y se llamaba Niloed porque
Amón dió orden a los sacerdotes reales de bautizarlo en las aguas del río Nilo,
ya que estaba cerca del palacio.
Una noche se apareció un
hombre de aspecto siniestro, venía con ropa sucia y rasgada, como si hubiera
peleado con algo o alguien; traía un bolsito donde llevaba una daga
ensangrentada. Era de mediana estatura, tenía un bigote profundo y era flaco.
Como el pueblo dormía, nadie
lo vió llegar.
Fue directo al palacio,
saltando un muro sin que los guardias se dieran cuenta de su presencia.
Ya adentro empezó a buscar
cosas de valor, hasta que llegó al salón donde vió el escarabajo dorado. Y
pensó para sí:- Si robo este objeto y lo vendo ganaré mucho-.
El gato parecía entender las
intenciones del hombre y le arañó la mano al bandido; este que no lo había
visto, enfurecido cogió la daga y con el cabo golpeó fuertemente la pata del
animal, el cual maulló fuerte y despertó al faraón.
Mientras llegaba el faraón
Amón y sus guardias al salón sagrado de Niloed, el bandido escapaba en un bote
por el Nilo.
Amón al ver que faltaba el
escarabajo sagrado pensó:- Grandes desgracias nos esperan-. Vió al animal
dañado y lo llevó al médico real.
Al otro día un guardia
encontró una nota que decía:” Yo soy Kat- Tuk, el ladrón del desierto y no
volverán a ver el objeto dorado”.
El hombre llevó el mensaje a
Amón, y al leerlo dió ordenes de que todo Egipto se enterara quien fue el que
robó el escarabajo dorado.
Cuando todos estaban allí
frente al palacio, el faraón habló:- El escarabajo dorado fue robado por un
ladrón llamado Kat- Tuk, y todos sabemos que si ese objeto no es traído antes
de tres días las tormentas de arenas no cesarían y nadie podría salir de sus
casas, ni orarle a Ra el dios del sol-.
Esto puso nervioso a todo el
pueblo, hasta que un comerciante de ropas dijo que él regresaría el objeto.
El faraón lo miró y le
habló:- El pueblo y yo confiamos en ti, busca el escarabajo y a Kat- Tuk,
tráelos ante mí y vivirás en el palacio.
Antes de irte, ¿como te
llamas?-.
El hombre le respondió:- Yo
soy Khamún, y soy comerciante de ropas-.
El monarca habló:- Bien
Khamún, ve, y que Ra y Osiris te protejan del mal-.
Terminando de decir estas
palabras salió Khamún a buscar al ladrón.
Mientras seguía el camino al
desierto pensó:- Iré bordeando el Nilo-.
El faraón llamó al pueblo para
rezar a Ra y Osiris porque no le pasara ninguna desgracia al valiente
comerciante; ya que el destino de Egipto estaba en sus manos.
Como el hombre salió por la
tarde del pueblo, lo cogió la noche y tuvo que acampar él y su camello Hazzan.
Después de comer y darle agua
a su compañero de aventura, se durmió.
Al otro día se levantó
temprano y siguieron camino, también le preocupaba no encontrar al ladrón, pues
solo le quedaban dos días.
A mediodía descansaron en un
oasis que encontraron y cuando estaba en sus pensamientos vió que su camello se
asustó, al no saber la causa, se acercó y miró una cobra que se erguía, logró
con rapidez coger al reptil y lanzarlo bien lejos.
Después de eso siguió camino,
tenía mucho tramo que recorrer y no sabía donde vivía Kat- Tuk.
Era el segundo día y quedaba
muy poco tiempo el sol estaba muy fuerte
y el calor era intenso, solo se veía pasear por la arena del desierto a
las cobras, los alacranes, y los lagartos.
Después de un largo día, ya
atardeciendo hizo otro descanso, su camello se notaba agotado al igual que él,
por lo que empezó a preparar todo para pasar la noche.
A lo lejos se veían las
pirámides, la esfinge, y el pueblo.
Tenía miedo de no cumplir con
el faraón, y pensando esto se quedó dormido.
Al otro día justo cuando
pensaba darse por vencido porque iba a
ser difícil encontrar el escarabajo sagrado de su rey, divisó a lo lejos una
cabaña de la cual salía humo.
Decidió acercarse y al
observar que la casa estaba rodeada de cactus , sabía que al fin había dado con
la persona que buscaba.
Dejó a su camello Hazzan
cerca y cuando abrió la puerta se encontró con una trampa mortal, el suelo de
la entrada estaba lleno de alacranes y cobras, Khamún capturó una con rapidez y
la envolvió en la alfombra y la amarró.
Miro dentro de la casa del
bandido, pero no había nadie, ni nada de valor.
Cuando salía y cerraba la
puerta vió a Kat-Tuk matar a su camello Hazzan, mientras huía en otro con el
escarabajo sagrado en la mano.
El comerciante al ver al
animal moribundo sintió un gran dolor y a la vez ira, y después corrió tras el
camello del ladrón, mientras lo hacía, notaba que el clima estaba cambiando,
las tormentas de arenas se estaban formando a lo lejos.
De pronto Khamún tuvo una
idea, tomó la alfombra donde estaba la cobra y se la lanzó al ladrón.
Kat- Tuk iba victorioso
cuando la alfombra le tapó la cara y le hizo caer del camello.
Cuando se quitó esta del
rostro se asustó más al ver al reptil delante de él.
Estaba tan ocupado pensando
en la mordida de la cobra que no se dio cuenta que el comerciante lo ató y le
había quitado el escarabajo sagrado. Cuando se percató gritó:- ¡Hey!, ¿qué
significa esto?, ¡suéltame!-.
El hombre lo miró y le
aclaró:- Olvídalo, hice un nudo que tú no podrás zafar. Ahora vamos de regreso
a Egipto. Tenemos que hacerlo antes que nos alcance esa tormenta de arena que
viene hacia acá-.
Mientras en Egipto, en el
palacio de Amón, un guardia corría nervioso a ver al faraón, al llegar dijo:-
Mire a lo lejos señor-.
Cuando el monarca miró, pensó
para sí:- La desgracia se acerca, creo que Khamún no lo logró-.
Todo el pueblo corría
asustado a encerrarse en sus casas y esperar que pasara.
El reino se veía perdido
cuando de repente un guardia gritó:- ¡Se acerca alguien!-.
Cuando Amón miró que era el
comerciante con el objeto y el bandido se alegró mucho y ordenó:- Dejen pasar a
los dos a palacio.
Ya en el salón sagrado de
Nilo, el hombre contó su aventura, e hizo entrega del escarabajo sagrado dorado
al rey.
El faraón al oír la parte de
la muerte del camello de Khamún le habló:- Despreocúpate, tendrás otro camello
y le llamarás Hazzan en honor al que te ayudó a llegar tan lejos; incluso a
partir de hoy vivirás en el palacio y te construiremos un cuarto dentro de este
salón sagrado, y te hará compañía Niloed, mi gato, y no correrás peligro porque
a este lugar solo puedo entrar yo y a partir de hoy tú-.
Miró el sabio rey a Kat-Tuk y
le dijo:- Y a ti, por maltratar al gato
sagrado y robar el escarabajo dorado, tu castigo será el exilio. Te llevarás
una barca donde podrás navegar por el Nilo y decidirás cual será tu lugar para
comenzar una nueva vida, pues te doy una oportunidad, ahora vete y cuidado con
los cocodrilos-.
La tormenta de arena empezaba
a ser más fuerte, los vientos se sentían.
Cuando el faraón Amón colocó
el escarabajo en su sitio la tormenta desapareció y el sol volvió a brillar.
Poco a poco la gente del pueblo iba saliendo y al ver todos que la calma había
regresado, la tristeza se convirtió en alegría.
El ladrón se marchó furioso
por el Nilo y nunca más se supo de él.
Mientras el pueblo no paraba
de trabajar en la celebración que estaban preparando en agradecimiento al
faraón Amón, Niloed y Khamún por devolver la tranquilidad a Egipto.
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