El Beso
Seudónimo: El Médico
Estaban frente a mí unos labios
gruesos, algo pálidos y secos, labios humanos. Yo no había buscado ni mucho
menos concebido que mis labios, rozaran estos labios. Hay momentos que no
pueden evadirse, mis labios se mezclarían con estos, que tenía próximos, que me
miraban, me suplicaban. Era mi primera vez y estaba trémulo. Muy temprano fue
el encuentro, casi sin pensarlo me advertí dentro de su habitación, y encima de
la cama. Su cuerpo medio desnudo, sus manos dúctiles, sus ojos perdidos con
ansias de brío. Su pelo todavía sin peinar, su nariz hercúlea, el inflado bigote
saturado de canas y aquellos labios, gruesos, algo pálidos y secos, que me
suplicaban.
La noche antes habíamos
compartido en el festejo, comida y bebidas fueron nuestros aliados, y como
ocurre casi siempre llegó la embriaguez, esa que te aleja del raciocinio, la
que te acerca al tropiezo. Compartimos hasta cerca de la madrugada en la
actividad de la brigada. Hacía cuatro meses que lo conocía y me parecía un buen
amigo, un buen hombre. Me había regalado un disco de música de unos cantores
angoleños y casi todas las tardes compartíamos anécdotas hasta que llegaban las
noches, aquellas noches rojas de Cabinda, donde la enorme luna te convida al
amor.
Ahora, yo estaba en su
dormitorio, en su cama, tirado sobre él, todo sucedió muy deprisa, sin tiempo
para pensarlo. Y mis labios frente a sus labios. Yo: ansioso, pero decidido.
Él: tranquilo, con su mirada fija en la mía. Era un encuentro sin mediar
palabras. Todo pasó por mi mente de un zarpazo: las tardes, la fiesta, la noche
con su luna, el alcohol, la vida. ¿Qué pensará mi esposa y mi hija cuando le
informen lo que está por suceder? No había que entretener más el instante,
pegué mis labios a los de él, me molestó su bigote, pero sellé su boca con mis
labios, incliné su cabeza, uní con más fuerza mis labios a los de Alberto y
expiré todo el aire que tenía en mis pulmones. Manolo daba compresiones en el
pecho, otro médico trataba de perforar una vena para administrar epinefrina
entre el bullicio y los gritos de los demás colegas. Alberto estaba en paro
cardiaco y yo daba por primera vez, reanimación boca- boca.
Muchas veces había leído sobre
reanimación cardiopulmonar y hasta clases prácticas había tomado, pero esta vez
era real y tratando de salvar a un colega que estaba abandonando el mundo de
los vivos. ¿Qué hacer en medio de aquella habitación, encima de aquella cama
sin recursos, sin instrumentos? Solo las manos, la boca y la mente para
enfrentar a la muerte, esta vez la parca nos aventajaba.
Alberto partía, lo hacía muy
lejos de su Habana, rodeado del grupo de colegas que eran su única familia en
aquel lugar, abandonado por Dios. Volví a pegar mis labios a los labios de
Alberto, tratando de inyectarle el aliento vital y así lo repetí hasta el
cansancio. Su corazón se negaba a latir, la muerte nos derrotaba. Dos brazos me
apartaron del cadáver. Era lunes, nueve y diez de la mañana, en Cabinda, Angola.
En Cuba los tranquilos relojes,
marcaban las tres de la madrugada, los hijos de Alberto dormían, quizás soñaban.
Me fui a mi cuarto con una
sensación que nunca había percibido, las lágrimas se desplomaban de mis ojos y
salpicaban mis labios secos. Todo pasó por mi mente de un zarpazo: las tardes,
la fiesta, la noche con su luna, la vida, los labios pálidos y la muerte. Había
besado a la muerte.
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editadas ni corregidas, según la regla del Concurso. Los autores son
responsables de las erratas que puedan aparecer.
Excelente narrativa, logra transmitir la emoción del momento, sentimientos encontrados y la descripción exacta de la increible y fantástica acción de los médicos al ejercer con Amor tan Bella e importante profesión.. Felicitaciones a su autor! Logró impresionarme y más aún porque al parecer se basaba de hechos reales.. muy triste por el paciente, su amigo (según describe)..Bravo por él por enfrentar a la muere y luchar por la VIDA. Formidable!
ResponderEliminarTriste y cruda realidad a la que nos enfrentamos los que luchamos contra la muerte día a dia... el autor de forma magistral es capaz de mostrar todos los sentimientos que pasan por nuestros pensamientos cuando nos vemos cara a cara con la situación más difícil que podamos imaginar... y muestra además el sentimiento de derrota, culpa e impotencia que sentimos cuando la batalla se pierde... Felicidades al autor... es una situación que he enfrentado muchas veces pero nunca lo he leído de forma tan real...
ResponderEliminarLectura, muy convincente , este cuento relata con una extraordinaria destreza el enfrentamiento a ese momento de la vida que es la muerte, mostrando los mejores sentimientos de un ser humano, amor, amistad . Lo considero una obra de excelenaex.
ResponderEliminarCómo lector estoy impresionado , que forma tan bella de hacer la descripción del enfrentamiento a la muerte . Se evidencia una calidad extraordinaria de comunicación.
ResponderEliminarTécnica depurada para mezclar dos historias . Logró atraparme desde el inicio con un estilo muy convincente y madurez profesional . El cuento es una obra maestra . Felicitaciones a su autor .
ResponderEliminarEs un cuento muy bueno,atrapa al lector desde el primer momento y lo sorprende al final.Felicitaciones para el autor!
ResponderEliminarEse cuento es formidable. Su autor maneja recursos narrativos a su manera y atrapa al lector hasta el final. Bella historia que enaltece la labor de los médicos. Felicidades
ResponderEliminarImpresionante �� y muy conmovedor, la narrativa te sumerge en una historia vivida del personal de salud donde se combinan los sentimientos y valores adquiridos del ser humano y el enfrentamiento a la muerte, a quitarse el sombrero, mis felicitaciones al autor una verdadera obra de arte
ResponderEliminarMaravilloso.....!!!;sin nada que añadir por tan exelente cuento.....
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