Pelea a dos asaltos
Autor: Enrique A. Meitín
Cuando
en una casa cubana te invitan, por ejemplo a tomar café, o a beber una cerveza
y dices que no tomas ni uno ni otro, de inmediato te conviertes en un bicho
raro, la forma en que te han visto hasta ese momento cambia…, te ven como
alguien de otro mundo, como un extraterrestre. Rechazar un café en una casa
cubana es algo más que una falta de respeto. Resulta ilógico encontrarse con un
cubano o cubana que no tome café…, de igual manera, si no aceptamos beber con
un amigo una cerveza, además de repetirse lo anterior incluso puede costarte su
amistad. Felipe, un amigo mío como no es tomador de café, ni bebe cerveza, pasó
por una experiencia que nunca olvidará.
Érase
una vez…, mejor dicho la primera vez que visitaba la casa también de la que fue
su primera novia, para pedir su mano y se le invitó a cenar. Tras una suculenta
comida en que no faltó el puerco asado con sus acompañantes habituales de arroz
blanco y yuca con mojo, escoltados por los ricos tostones con ajo, y de postre
flan con coco, llegó la sobremesa y con ella el momento tan agradable pare la
familia, de tomar el café. Sin embargo para mi amigo ese momento sería el
comienzo de algo así como una pelea de boxeo, a poco menos de dos asaltos entre
un león…, la familia y un mono, siendo Felipe el mono en este caso, pero
amarrado.
El
primer asalto comenzó cuando amablemente la tal vez futura suegra, hizo el
ofrecimiento del “Nectar negro de los
Dioses blancos” se produjo el rechazo de mi amigo con el evidente malestar
de la familia de la novia, Esa fue la primera caída que sufrió en la pelea.
Inesperadamente se pudo incorporar gracias a la mentira de su novia, quien dijo
que la cafeína le daba taquicardia. Ella hizo sonar la campana.
Pasaron
a la terraza y el viejo…, el padre de ella llevó unas cervezas congeladas y le
ofreció al pretendiente una de ellas. Comienzo del segundo asalto. De nuevo al
suelo, pues como no toma cerveza y dice que hacerlo le sube la presión. A esto
último se lo achacó…, segunda mentira de la noche. Así culminó el segundo
asalto y con ello la pelea, pues no pudo levantarse más tras el conteo final de
diez. El veredicto de los jueces fue tres a cero: sus futuros suegros y la
novia, esta última a pesar de que juraba amarlo, pero ya era el colmo…, pues
como le dije al principio, no tomar café, ni tomar cerveza en una casa cubana
te hace ser raro y no merece que se formalice un compromiso con un
extraterrestre. Felipe tuvo que irse con su nave a otra parte, viendo frustrado
su sueño de casarse con aquella muchacha.
El II Concurso
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