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Crónica a un desconocido

 

Seudónimo: Titón

 

Lo conocí en la Oficina de Emigración, es extraño. Cervando es un tipo raro, es la verdad.

Por aquel tiempo esperaba yo por mi “Tarjeta Blanca” cuando apareció entre las rejas abiertas de aquel sitio donde nadie conoce a nadie ni habla con nadie y violando toda conducta, llegó hasta a mí, saludó con los Buenos Días y preguntó por el ultimo de la fila.

Cervando tiene melena y el mal olor de un león, su pelo es largo y oscuro y al parecer lo trata con aceite quemado, con él lo amolda a un lacio que obedece su estilo creativo retocándose a cada momento con sus manos imponiendo la posición que es correcta para su imagen de cuarentón. Es delgado y bajo de estatura, talla de adolescente y una voz chillona acompañada de muecas labiales y juegos de entrecejos.

Le indique que debía entregar por la ventana su carné para cualquier gestión y esperar que lo llamaran. Pareció entenderme, miro con respeto y me entrego con muchas gracias su agradecimiento. Se volteo hacia la multitud que también esperaba, dejando tras de sí una estela de ese olor desagradable que indica el rastro de un muerto.

Afuera nos quedamos mirándolo, nos reímos sin considerarlo por su físico y su forma de vestir, pensamos que alguien lo había timado aprovechándose de su aspecto o demencia aparente.

Cervando regresó entre nosotros y se acomodó en una butaca de espera, no sin antes imponer su fina educación formal:

 “Con permiso”,

“Usted podría”,

“Muchas gracias por esto, muchas gracias por lo otro”

 y todo ese lenguaje casi extinto en nuestra civilización. Cervando poco a poco se fue quedando solo (como el viejo Andrés) muchos se fueron desocupando, alejándose cuanto más podían de su frontera, como si delataran a un culpable que buscaba refugio en la multitud, es que Cervando huele a mofeta en celos, a cuero de tenería o cualquier aroma desagradable, pero su aislamiento a Cervando le importa poco, no se molesta estar solo, ha vivido sitiado que al parecer, es un hábito por mucho tiempo, el solo le interesa estar peinado y mantener su melena entregada entre sus finos dedos que la alisa constantemente. Lo hace elegantemente como si todo lo hubiese invertido en su peinado. Está vestido de negro como su color primario, su vida el mismo la ha pintado de ese oscuro como sus unas y todo su cuello alcanzando el borde circular de su pulóver, los brazos y hasta la bolsita de nylon con esos papeles que disimulan la doble moral de Cervando.

Cervando es buzo, ha mantenido su figura atlética, adaptada para estos fines con facilidad de entrar y salir de un contenedor a otro y mantener el equilibrio cuando no es necesario zambullirse completamente, dejando la mitad de su cuerpo vestido a salvo fuera del estante como un verdadero gimnasta olímpico. Es un gran profesional y estilista, así y todo, Cervando propone cambios a su vida, el también como nosotros trae entre sus negros detalles de su bolsa, algo que puede ayudarle, pues a pesar de oler mal, realmente no está muerto todavía, sabe muy bien que la vida es otra cosa y no está entre la basura que registra cada día, sabe que está equivocado de lugar, que hay que decidirse a encontrarla en otra parte del mundo y pretende saber cómo los Barrenderos de España, o los de México, o los comunales de Turquía, o de Paris, que teniendo esa crisis que divulga el Noticiero, ellos pueden venir a su país con ese salario de explotados y se alojan en Hoteles que jamás él ha podido visitar y mucho menos imaginarse registrando esos contenedores, o rentar autos con aire acondicionado y vivir el sexo con par de señoritas de 22  años que solo salen en revistas y catálogos. Cervando es muy pobre pero nunca dijo que era ciego, como tampoco lo fue la vieja bailarina que justifico el no ver las diferencias y poder entonces hablar sin remordimientos ante los otros ciegos y mudos que aplaudían su lealtad.

En realidad, nadie supone como ha podido llegar este meteorito perdido aquí, el no habla, no disiente, evade todas las miradas y se mantiene pasándose sus manos por el pelo, está como nervioso ante un examen migratorio final que no termina ni concluye convenciendo en sus respuestas al funcionario de que él sí regresaría tan pronto expire el término. Está muy nervioso y tiembla, aspira, cuando de repente reclaman su nombre la compañera y él se levanta inseguro de ser  elegido y le apunta con el dedo y ella lo mira esperando a su víctima y vuelve a apuntarse de nuevo como si quisiera suicidarse con el cañón de un revólver, y ella mantiene su vista fija, tras los cristales de aumento que también aumenta la intensidad de sus miradas y afirma que sí, que es a él a quien ahora el Ministerio requiere y él sabiendo lo que se avecina, vuelve a peinar entre el carbón de sus unas, todo ese aceite quemado de sus cabellos que se alisan y se alisan mientras se acerca a la ventana. Todos ya saben cómo hacer cuando Cervando se avecina, se separan escrupulosamente sin interactuar con la presa y este pasa ante la cortesía de los demás sin forzar reverencias, ni incomodar sus modales “Muchas Gracias” “Por Favor” “Usted podría” hasta que logra adentrarse en el mismo polígono que requiere el combate Funcionario-Invitado, ya está listo y se sienta frente a la máquina de procesar, la compañera comienza a hablar, le indica, no para de hablar una cosa con la otra y Cervando solo asiste con un sí de cabeza y ella habla y el que sí y nosotros no podemos escuchar nada, es personal la entrevista, pero el asienta y asienta siempre sin hacer otra cosa, tal vez le esté preguntando si tiene hambre, si desea irse de una vez para donde sea y no regresar nunca más hasta que se extingan de una vez todos esos generales, comandantes y dinosaurios que no han querido dejar a que todos evolucionen como lo hizo una vez el Planeta y el sigue que sí y que si hasta que todo queda claro que Cervando si está convencido, pues ya se levanta y le gratifica las gracias, le pide permiso para retirarse y ella solo mira con esos aumentos, pues allí se requiere exagerarlo todo.

El pasillo como una cortina se abre ante el camino de Cervando y se vuelve a cerrar como impidiendo su regreso y todos los siguen con el rabo del ojo para convencerse que ya está resuelta la amenaza pero Cervando también los mira a todos llevando su rabo cerca del ojo y recita las muchas gracias, muchas gracias, que tengan suerte y la funcionaria compañera asienta esta vez porque sabe que Cervando ha perdido el tiempo y todos tendrán la misma suerte ante el aumento de sus ojos que aumentan también las cifras de negados ese día como cualquier otro.

Ya están llamando a otro que sabrá el cuento que trae y casi ni lo atienden pues lo pasan a otro cuarto que nadie sabe, mientras que todos asumimos que es un trámite, que es lo que lleva y nos olvidamos de Cervando por un momento pues ya los olores son distintos.

Yo me quedé pensando en Cervando, parecía un trasvertido, alguien sin género que bordeaba la duda pues no dejaba claro esa identidad a simple vista y hasta imagine que lo habían timado de dirección, pero no, Cervando me ha convencido que es un gran hombre, un hombre de mil batallas y todas perdidas y aun así, no duda en seguir luchando y luchando aunque  su cuerpo sea de niño pero con esa alma tan grande como Colon, o como cualquier otro conquistador que intenta llegar por mar a otros mundos donde poder sobrevivir sin bucear o parecer un gimnasta olímpico en un solo pie tras una latica de cerveza vacía, no, Cervando quiere tenerla fría, abrirla el mismo y empinar su sed hasta ella y después eructar, eructar como hacen los yumas y escacharla después de vaciarla como hacen los que van al gimnasio o simplemente tirarla por la ventanilla de un Lada o de cualquier auto en la ocho vías como hacen los Cubanos, él quiere tener esa sensación también pues sea lo que aparenta o sea lo que es, él tiene ese sueño, esa intención de ser libre hasta para tomar cualquier lata de cerveza. Los criticones acá adentro lo siguen despedazando, mutilan ese cuerpo de cuota como si fuera poco el desabastecimiento que ha pasado entre las hojas que la libreta tiene por gusto o para especular con desconocidos, me incomoda ahora que se aprovechen de Cervando y los dejo solos, alejándome de esos comentarios mientras alcanzo la puerta de rejas para respirar otros oradores que no sean tóxicos, ¡mira tú! Que cosa la vida que seamos así contra otro igual a nosotros, él tiene un proyecto como el mío, tantos problemas como todos, pertenece al mismo acto jurídico que nos reserva las mismas penalidades, la misma cárcel, el mismo interrogatorio ante la misma compañera funcionaria que no se ríe ni deja de mirarte con esos ojos bien grande de lobo, pero nadie pregunta pues la Caperucita le paso’ lo que le paso’ por preguntona que fue y ahora todos obedecemos a esas fieras con cargos, sin embargo Cervando es cortez con todos, animado y no le pone asunto a los desprecios y críticas que le atentan sin cuestionar a nadie por eso, tal vez nadie lo conozca, tal vez viva en cualquier Terminal de Ómnibus, o en la de Ferrocarril, o en una cloaca de Playa, o Centro Habana que pueda ser censado para vender su olla arrocera, o la Reina, o porque no? la junta del refrigerador que nos asigna el Comandante como un logro de esta Revolución que es para todos (la junta) pero sea donde sea, Cervando es una persona abandonada, tal vez la parte de esa arcilla que se quedó fuera del cubo y no pudo formar la mezcla fundamental de nuestra obra y dejo faltantes al hombre nuevo que se hizo viejo tan pronto llego el Periodo Especial y la Neuropatía Óptica con pomitos de polivit que después cogieron con echarle a los pollos en el agua para que no se fueran sin pasar por el caldero, como si los pollos hubiesen perdido la vista como Cervando que ya no ve otra salida que no sea la misma que todos estamos buscando, por eso deduzco que Cervando ni es loco ni esta escapado de ninguna clínica, ni tampoco es alcohólico, ni sea capaz de exprimir buscando etanol en un grano de maíz porque sabe muy bien que puede comprimir también toda su alegría y su cordura, el vino como yo, buscando su libertad tras los aumentos progresivos de aquella armadura que cada mes le hacen la mejor graduación para no perder de vista a quienes salen y entran o quienes pueden o no, pero él se lanza al abismo de ser un procesado más, una estadística de no idóneo o un rechazado en su cuadra por querer irse y que le podrá importarle a él si nunca ha tenido un trabajo idóneo, ni ha vivido en una cuadra, ni le sabe a la estadística de un país que la fábrica por encargo de la FAO, o la ONU o de cualquier ONG que las quiera para compararla con Haití, Etiopia o Burundi, si se viene al caso Cervando es uno de los que han vivido legal en toda su vida de una cuota normada, tiene el cuerpo de un salario nacional, y su letra desformada y mala ortografía de esa educación gratis porque lo barato todo el mundo sabe lo que nos cuesta por eso ya él no le interesa estar damnificado por el Gobierno, quiere pagar su salud, su casa, su consumo y sus lujos con el salario que le han pagado a los cubanos que se fueron con una bolsita como la que el trae y vienen al año y un día cargados de gusanos, maletines y cosas que él ni se imagina que existe, él quiere comer las mismas langostas de Mariela, ser un buzo de mar como Toni Castro y dejar los contenedores de una vez con esa peligrosa misión de reciclarse todos los días por unas martinas.

Estoy atento a mi llamado, vuelvo a entrar al salón de espera ya olvidando los agravios de los que se involucraron contra el inocente emigrante, todo ha sucedido igual desde que me fui, el mismo procedimiento y la misma mirada de la funcionaria compañera que viste el uniforme de desigualdad ante nosotros, ella pregunta y uno asienta, tal vez lo mismo:

¿Tienes hambre? Y el entrevistado asiente.

 ¿Quieres largarte de una vez? Y el entrevistado asiente.

 ¿Eres un gusano y un mal agradecido? Y el entrevistado asiente.

¿Sabes que te vamos a inventariar todos tus bienes y no podrás vender ni dejar a nadie nada? Y el entrevistado asiente.

 ¿Chico, podrás traerme un queso en la próxima entrevista? o dejarme algún ventilador, ¿o la lavadora o cualquier cosa? Y el entrevistado asiente pues le conviene mucho llevarse bien con los inspectores y los funcionarios y con todos los que acuñan planillas y documentos.

 Siento algo conocido que regresa a mi olfato, algo que se había disipado y se va de momento y vuelve con más penetración como esa orina de los baños de las terminales de fallos y cuando trato de adivinar, me tocan con suavidad el hombro “ con permiso por favor” y veo a Cervando como el regreso del dragón que tanto el ICRT nos repitió y repitió y me aparto para que el mismo presente su cabeza a la guillotina de la ventana de cristal donde le espera su Verduga con sus espejuelos de aumento para marcar bien por donde ha de cruzar la línea de la muerte, pero no, entra ante sus ojos, deja algo, le sonríe y resuelve todo tan fácil, que no le veo sentido  mantener a una funcionaria compañera con tanta crueldad, ante una ventana de atención al cliente y que este salga sin una lagrima o un síntoma de estar complacido para perderse para siempre de mi vista con sus reverencias de respetos y buenos modales.

Cervando no se llama Cervando, en realidad jamás supe su nombre, admito que lo inscribí sin considerarlo, muy bien pudo llamarse Antonio, Gerardo, Rene, Ramón o Fernando, cualquiera de esos nombres que ahora nos quieren hacernos creer que son héroes cuando nadie sabe quiénes son, ni lo que realmente hicieron recogiendo información y no latas en contenedores de basuras como lo hacía Cervando, que si tiene la condecoración nuestra de Héroe del Trabajo por todo lo que ha tenido que pasar y aún tiene esperanzas y sueños aunque reconozco que es algo raro, un tipo raro.


El II Concurso Internacional de Cuento Primigenios publica de manera exclusiva las obras concursantes en el blog de la Editorial “Memorias del hombre nuevo”. En esta edición un jurado determinará el cuento ganador, pero la interacción de los lectores con los cuentos publicados es algo importante para la promoción y divulgación de la obra y los contenidos editoriales de Primigenios, Lunetra e Isliada.org.

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