Cosas entre Mojoso y yo
Seudónimo: Ian
Me solía esconder de la oscuridad desde que una vez
por la ventana estrecha de mis sueños entró alguien a quien no conocía. Antes
de acostarme salí al patio y no encontré la estrella conque habitualmente
hablaba, solo estaba mi perro Mojoso echado a lo largo cuidando de mí como
siempre lo solía hacer. Mojoso, por qué la noche está tan oscura? Mojoso sin
responder e ignorándome solo se limitó a mover la cola. Entonces me acosté a su
lado y le dije que las noches frías eran tristes y que traían desaciertos, y
más aun como esta noche que nuestra estrella nos había abandonado. Cuando pensé
que estaba dormido me dio la sorpresa, tenía un ojo abierto y otro cerrado. Qué
vaina contigo Mojoso, yo ya tengo siete años, soy más grande que tu. Por qué me
cuidas tanto? Le pregunté. Volvió a mirarme pero ahora me miró con la misma
incertidumbre que yo tenía. Mojoso, te amo mucho le dije al oído. Mojoso movió
la cola y me lamio la cara hasta dejármela llena de babas como siempre lo
hacía. Entonces para responder a sus halagos lo besé y saqué de mis pantalones
un pedazo de carne seca y se lo di. Los dos abrazados con los ojos puestos en
el firmamento permanecimos en silencio hasta las tres de la mañana. Cuando ya
rendidos y cansados con algunas lágrimas en los ojos de la espera le dije:
amigo tengo miedo de volver a la cama, pienso que me está esperando ese alguien
desconocido otra vez con su aliento fétido y el cuerpo escamoso que me quiso
llevar en un sueño lejos de ti, lejos de mis padres y hermanos. Entonces de
nuevo movió la cola y me lamio la cara y me montó una pata encima, luego sentí
sus dos manos y luego su cuerpo largo y grueso arriba. Entiendo que me quieres
proteger, pero que tal que esta vez logre su cometido? Entonces empezó a latir
y comprendí que no quería que me durmiera, era la única forma de que el hombre
de piel escamosa y olor fétido no apareciera. Mojoso qué harías tu sin mi? No
has llegado a pensar eso? Entonces vi que de sus dos ojos empezaron a salir
grandes gotas de lágrimas y ese sentimiento me hiso también llorar. Cuando ya
todo estaba perdido le dije: Mojoso, ves aquello arriba? Le dije con los ojos empañadnos
y con la voz quebrada. Mojoso miró y ahora latió mas duro y se paró en las dos
patas, yo también corrí y me acurruqué a su lado. Ahora yo cantaba no se qué
cosas, pero estaba feliz, tanto que le di la ultima ración de carne que me
quedaba sin pensar que era lo que teníamos para comer el resto de semana.
Vendita estrella, te amo, te amo. La luz se metió a mi alcoba y al tendido de
hojas de plátanos secas donde Mojoso dormía desde que era un bebe al pie de mi
cama. Luego se fue metiendo en todas las rendijas de la casa hasta llegar al
moledero de café donde mi hermano Cristóbal fraguaba sus instintos de macho cabrío
con Araminta, la profe que caminaba horas desde la escuela más de tres horas
también para fraguar sus instintos de hembra cabría. Entonces corrimos hacia allá,
pues era la parte más alta de la casa y allí arrodillado le pedí que no fuera
abandonarnos nunca y que jamás dejara entrar la oscuridad en mis úsennos para
no sentirme amenazado por el hombre escamoso y aliento fétido. Desde esa vez
nunca más hubo oscuridad en mis sueños y Mojoso volver a llorar por culpa de
mis oscuros sueños.
El II Concurso
Internacional de Cuento Primigenios publica de manera exclusiva las obras
concursantes en el blog de la Editorial “Memorias del hombre nuevo”. En esta
edición un jurado determinará el cuento ganador, pero la interacción de los
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