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La mansión de Birman Puig

 

Alberto Guerra Naranjo

 

A Birman Puig su nena acababa de ponerle 2 000 de los buenos en el bolsillo para qué aguantara la semana en el lugar que quisiera, y por si fuera poco, también le había llenado el tanque de gasolina al carro de último modelo, y como si no bastara, le había puesto un estuche especial con cuatro botellas de whisky, y para que la sintiera bien, primero se le había encaramado encima hasta exprimirle el plátano, y después le había sonado el beso más rico que una nena de salir como ella pudiera darle en la entrada de una mansión en Siboney.

Birman Puig debía aguantar una semana frente a cuatro botellas de whisky de primera calidad, en un apartamento alquilado, y así lo hizo, o trató de hacerlo, porque al segundo trago, como si le faltara el control, se dejó caer en el sofá mirando al techo. 

Si se ponía a pensar en la mala suerte que atacaba a sus ex colegas de la universidad, él no podía quejarse. ¿De qué coño te quejas, Birman Puig? En años nadie había logrado levantar un centímetro del piso, todos iban a clases como autómatas, escuchaban con calma rayana en la lástima al profesor de turno, raspaban miseria e ilusión en el asfalto caliente, sucumbían despacio en sus vidas cotidianas, pero sin lograr los sueños.

Ayer mismo se encontró a El Ruso cerca de El Náutico y lo montó en el carro; verlo recorrer las calles para entregar papelitos promocionales de grupos aficionados al rock, que de seguro no iban a progresar jamás, le dio tremenda lástima, pero El Ruso, en cambio, estaba contento de verlo a él, a Birman Puig, el tipo más loco y adelantado del aula, con ese carro de primera y esa ropa de marca, dueño del mundo o, por lo menos, de esa calle ancha cuando se le miraba desde un carro así. Regaló 20 de los buenos al pobre Ruso, quien trataba de besarle los pies, mientras él, medio abrumado, decía, Vamos, vamos, no era para tanto, compadre, solo por los viejos tiempos. Por nada más.

Ah, los viejos tiempos en el edificio triste de microbrigada que les servía de albergue, con aquellos libros de Física Cuántica que nadie entendía, los apagones, los malos almuerzos y por las noches el sin número de botellas de alcohol macabro cerca de un juego de dominó; tiempos que ya se fueron, por lo menos para él, Birman Puig, desde que conoció a La Nena.

Cariñosa y productiva que era La Nena, complaciente y rica, tan rica que no bastaba que él se hubiera ido en el carro por una semana, como había hecho otras veces, a pescar rubias de culo ancho, trigueñas de tetas fértiles, negras libidinosas, jábicas desconcertantes, albinas sin ilusión, cojas de la ACLIFIN, cieguitas de la ANCI, funcionarias de cultura, empleadas de ETECSA, blogueras ilusionadas con los cambios, estudiantes de dramaturgia en el ISA, bailarinas del folklórico, o escritorzuelas del Centro Onelio que singaban, emplomaban, pisaban, follaban o templaban, según los casos, algunas bastante bien, después de todo, pero sin compararse jamás con La Nena.

Ven acá, Ruso, ¿tú qué haces con las jevas, las follas o te las tiemplas?, eso preguntó antes de darle los 20 y el pobre promotor no supo qué responderle, sólo miró a la mano y al billete. El asunto era que el vecino de al lado, el  cuarentón medio calvo de los drelos que vivía en el garaje, hace poco le pidió que lo acercara a 5ta Avenida y cuando estaba a punto de bajarse del carro, frente a la Empresa de Teléfonos, Ruso, sabes lo que dijo el pobre diablo ese, Gracias por el aventón, ahora voy a pagar facturas, así dijo un tipo que tenía menos dinero que él, como si hubiera salido de una película sin subtitulaje, un tipo que ahora follaba chicas, pero ya no singaba, ni templaba jevitas, ni pagaba el agua o la luz como cualquiera, sino que pagaba facturas, y ya no iba a la playa sino a balnearios como los europeos, pero sin haber ido jamás a Europa, Ruso. ¿Cómo se llamaba aquello?, ¿qué nombre ponerle a un tipo así?, ¿cola de león?, ¿segunda temporada?, ¿Mike mouse?

Hace poco se encontró con otro muerto del barrio que también abandonó su carrera de leyes, uno de los más altaneros que conoce, se dijo, antes de darse un trago y morirse de risa; aquel primero había sido un punk medio loco, siempre con un libro de Derecho Romano bajo el brazo y unas botas enormes, especie de delincuente juvenil con cresta tiesa, que alquilaba los bancos de G en El Vedado para explayarse en su demencial mecanismo de conquistar jevitas, pero ahora, como si se hubiera iluminado en uno de aquellos bancos, andaba metido a musulmán, rodeado de carneros tristes, y no había querido mirarlo haciéndose el interesante, hasta que se le acercó en el carro, y ya no se pudo resistir cuando le prometió un trabajo de custodio en La Mansión, por 50 de los buenos al mes, y desde entonces lo tenía comiendo de su mano.

Después de esa semana, como siempre, las cosas volverían a la normalidad, continuaría gastando los 500 diarios en el billar de Marina Hemingway; alquilando cocineros A, de los mejores restaurantes, para que los domingos se esmeraran en La mansión con recetas especiales; continuaría actualizando las marcas de ropa según las revistas francesas de La Nena; invitando a los mejores cantantes del país para que amenizaran alrededor de la piscina, a El Corcel o a Lamarta, por ejemplo, quienes mantenían el voltaje alto, tan alto en los escenarios de La Macumba, La Casa de la Música o de El Café París, donde a veces él no escatimaba en enviarles 100 de los buenos, enrollados en una nota con los camareros, para que dedicaran una o dos canciones a La Nena.

Así que lo mejor era darse tragos de whisky una semana, seguir tranquilo, como pionerito que ganaba la emulación en su escuela, hasta que se largara el austriaco. Total, La Nena iba a estar una semana mal singada, mal templada, mal cogida o mal follada, por un austriaco repleto de euros que se extendían hasta él en ese apartamento recién alquilado con todas las de la ley, así que no podía quejarse. Tenían que quejarse los muertos, cagaos como El Ruso, el de los drelos o el musulmán, que nunca sabían para dónde virarse y lo envidiaban con furia desde que lo vieron salir del edificio de microbrigada para instalarse con La Nena, en un tronco de mansión como aquella.

Pero en vez de estar comparándose con los muertos del barrio, debería pensar en socios de su misma altura, las jirafas andaban con jirafas, jamás con carneros, así que debía llamar a Lamarta o a El Corcel, darles la dirección por si no tenían concierto esa noche, para que se aparecieran con sus carros plateados y con 5 o 6 putas, siempre que les tocara proyectarse a ellos, porque hasta cuándo iba a ser él quien asumía los gastos, como la última vez, cuando La Nena estaba en Austria con el mal palo del austriaco, el mala hoja ese, y La Mansión estuvo a punto de estallar por el voltaje que pusieron. Alguien tropezó con el estante de la vajilla y muertos de risa vieron caer copas y platos al piso, otros jodieron para siempre el yacusi, aún no se sabe quién coño vomitó sobre el colchón de agua, corrió el polvo blanco en las narices durante tres días, una patrulla policial tuvo que tocarles fuerte en el portón para que abrieran y ellos tuvieron que tocarlos fuerte para que continuaran. Pero se salvó en tablitas, prueba de que La Nena lo quería, ella me quiere, se dijo antes de empinarse la botella, me quiere y perdonó aquel desastre, lo repuso todo, mejor y más caro que antes, y el austriaco tampoco dijo nada.

No puedo quejarme, pensó, porque nadie en la zona tenía tantos pares de zapatos de marcas como este servidor.  Ni Lamarta, ni El Corcel, ni ninguno de esos locos tenía semejante actualidad en las ropas de marcas. Entonces, al terminar la primera botella, recordó la vez en que Lamarta detuvo su vista de águila en la camisa amarilla que La Nena le trajo de Austria, Me encantó tu camisa, bróder, le dijo y él se sintió a gusto porque un tipo como Lamarta envidiara una camisa así, pero lo que no pudo perdonarse al día siguiente fue ver al propio Lamarta con una camisa amarilla idéntica, Oh, qué le pasa a este, se dijo preocupado, nervioso, casi temblando por el atrevimiento de Lamarta y tomó el móvil para que viniera el sobrino enseguida, Toma esta camisa amarilla, no la quiero ver más, te la regalo, y también esta jaba de zapatos de marca, y estos pantalones de marca, pero vete ya.

No, Birman Puig no podía quejarse, de ninguna manera, en vez de estar pensando tanto debía tomar el carro y perderse solo por ahí, llegarse a una piscina de hotel, cazar alguna sirenita nocturna y gozar un día o dos o tres hasta que transcurriera la semana y La Nena volviera a ser suya como siempre. Ah, ¿pero acaso no era suya La Nena?, ¿qué coño estaba pasando, Birman Puig?, ¿de quién era La Nena, entonces?, ¿suya o de ese austriaco repleto de pesos?, ¿suya ahora o suya después que transcurriera la semana y el austriaco malahoja ese se fuera al aeropuerto?, ¿de quién cojones era el totico de La Nena, del austriaco o de él, Birman Puig?

Entonces, Birman Puig, alguien que debía estar tranquilo por una semana y sin quejarse, tomó el móvil después de terminar la segunda botella de whisky para preguntarle eso mismo a La Nena, quien escuchó con paciencia su enredo de hombre enamorado, y le dijo de modo impersonal que en esos términos no aceptaba las condiciones de venta de ese producto, que lo llamaría mañana a primera hora, señor, pero que en ese momento no podían atenderlo y Birman Puig, con dos mil de los buenos en uno de sus bolsillos para pasar la semana, el carro de último modelo con tanque repleto de gasolina, dos botellas de whisky en la caja y dos botellas de whisky en su estómago, se sintió  el tipo más triste del mundo.

Puta de mierda, gritó Birman Puig lanzando el móvil contra la pared, luego comenzó a dar vueltas en el cuarto, no se sentía nada bien, la cabeza estuvo a punto de estallarle, ¿Pero qué coño creían que era él?, se dijo descompuesto en el balcón, él no era ningún cagao, él era Birman Puig, cojones, y entró al cuarto y estrelló las dos botellas vacías contra la pared, pero cuando fue a sentarse en la cama se cortó la mano con un pedazo de cristal y la sangre le embarró la ropa de marca. Estaba bien borracho, así no debería salir a las piscinas ni a ninguna parte, ya no tenía móvil para llamar a nadie, ni fuerzas, ni ánimo, entonces fue al baño, se echó agua en la cabeza, bastante agua, apenas se secó con la toalla y caminó trastabillante hacia el carro.

Manejó a duras penas hasta la entrada de La Mansión y se detuvo. Un airecito nocturno le recordaba que él era durísimo, el éxito en persona, la bestia, y miró a la ventana a media luz donde supuso a La Nena con su austriaco. ¿De quién era el totico ese, del austriaco o de él? Ya que estaba cerca, debería bajar a preguntarlo, se dijo.

Birman Puig abrió con calma de dueño la puerta principal de La Mansión. Acarició a los dos perros pastores alemanes que él mismo había comprado, hizo una señal de saludo al musulmán que él mismo había puesto de custodio nocturno, caminó trastabillante hacia las escaleras y el musulmán, al verlo en ese estado, solo cerró los ojos. 

Birman Puig intentó subir la escalera como si no estuviera borracho, pero resbalaba, se levantaba, lo intentaba otra vez y volvía a caer, total, era el dueño de aquella mansión y solo necesitaba hacerle una pregunta a La Nena, luego se iría a sus whisky otra vez durante una semana.

Cuando por fin llegó al segundo piso se sintió poderoso, amigo de sus amigos, jirafa de sus jirafas, compartidor de alto voltaje con El Corcel y con Lamarta, alguien que, desde su altura de éxito, desde su control de hombre fuerte, iba a preguntarle a La Nena, ¿de quién era ella, de ese austriaco o de él?, ¿era su totico de ese austriaco con dinero o de él con su reconocida sabrosura de macho nacional? Nada más.

Pero no pudo hacerlo, Birman Puig abrió la puerta del cuarto y quedó pasmado, petrificado, comprendió allí mismo que estaba terminado para siempre. Un austriaco en bata de dormir se masturbaba lento, mientras un tercero, El Ruso muerto ese, el de las promociones, clavaba a La Nena por la espalda con cierto frenesí y, como si no pudiera creerlo, a él, al mismísimo Birman, antes del penoso grito de dolor que soltó aquella noche, una lágrima inquieta comenzó a resbalarle. 














Las obras publicadas no han sido editadas ni corregidas, según la regla del Concurso. Los autores son responsables de las erratas que puedan aparecer. 

Comentarios

  1. He leído cuentos buenos escritos por este autor, pero, veo que hizo una mala selección en decidir enviar este cuento, a este tipo de concurso. En la actualidad se habla de intentar mejorar las sociedades, (en todo el planeta), se habla de recatar los valores o méritos humanos, perdidos o deteriorados. Si el mundo marcha o está en pos de esa Cruzada por la dignidad humana es contraproducente leer, entretenerse, disfrutar de este bajo mundo que describe el argumento de dicho cuento. No me digan que esa realidad también es real a nivel planetario, pero hay que admitir que es demasiado indecente. Creo que el relato vale como parte de un tipo de literatura sucia que también se publica, se admite. Aclaro: el cuento está bien si forma parte de un libro donde el conjunto de cuentos muestre este tipo de historias, no para un concurso que lo leerá todo tipo de lectores, curiosos, o aficionados, y no específicamente aquellas personas amantes de ese mundo obsceno y vulgar y que por ende lo procuran. Personalmente no me gustó. Tampoco capté en el protagonista un ápice de intentar modificar alguna de las monstruosidades que vivía, estaba muy a gusto, se sentía un rey, la lágrima de Birman, del final del cuento, interpreté, porque fuera El Ruso (pobre diablo), quien disfrutaba de su hembra y no fuera otro extranjero, con cadena rebosante de oro, con bastantes pesos de los buenos, etc. Por todo eso me animé a escribir mi opinión, que el autor me perdone, pero debió mandar otro de los mejores al concurso y no este cuento desagradable. Por último le hago esta pregunta> Le gustaría si tiene un hija adolescente o jovencita y le diga, mira papá este cuento, léelo, te parece bueno?...

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    1. Estimado lector, estoy muy de acuerdo con usted en cuanto a su criterio, de ahí que lo conmine a reunir toda la escritura a niveles mundiales que se emparentado con este cuento y que no debería leer su supuesta hija, lo mismo literatura del Marquez de Sade, de Henry Miler, esa Maldita novela de Vladimir Nabokov, aquella otra de Carlos Montenegro, dos de Mario Vargas Llosa, una de Gabriel García Márquez, de Margarita Duras, otra de José Lezama Lima y haremos una enorme pira, siempre que usted sea quien encienda el fósforo de la incultura, para que prenda fuego a Trópico de cáncer, Hombre sin mujer, Los cuadernos de Don Rigoberto, Paradiso, Memorias de mis putas tristes, Pantaleón y las visitadoras, y tantos otros textos clásicos junto a este cuento de Alberto Guerra Naranjo, La mansión de Birman Puig, que usted considera indecente porque aborda un tema tan normal y no ofrece mensaje como si el arte de la escritura tuviera que ofrecerlos. No somos mensajeros, por favor.

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  2. Me gusta el cuento porque expone a través del personaje principal las frivolidades y soledad de su mundo donde vales según tienes.

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  3. Un excelente texto que describe con actualidad como pocos la farándula habanera, explorandola con una lupa alejada de clichés nacionales para el tema chulo -prostituta, pues el autor tuvo la sagacidad para evitar la caricatura construyendo la historia desde una fuerte exposición sicológica de los personajes.

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  4. Este es mi comentario de La mansión Birman Ruiz: He disfrutado de la lectura de esta obra, la cual ha captado mi atención desde el comienzo. El autor realiza una pintura de los personajes de la farándula de La Habana con gran maestría, logrando que el lector se imagine la historia a la perfección y creando suspenso hasta el final.

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  5. Ya leí el cuento, buenísimo. Tiene la sencillez de los clásicos, y la fuerza por debajo, el cuento. Y el drama, y la ironía, y el absurdo, y mil cosas más. Una joyita.

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    1. Tiene lo que tenia que tener, en buena lid, me identifico con este autor que maneja el personaje a su antojo y muestra todas sus emociones así como si nada. Perfecto.

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  6. Buen cuento, bien escrito, pero no me gustó el tratamiento a las mujeres, mencionando asociaciones cubanas de personas con limitantes: cieguitas, cojas, etc, muy fuerte y vulgar, prima el machismo de ese personaje que se cree un sol, se enmarca el argumento dentro del realismo sucio y es normal que todo ese universo feo sea explicito y se apruebe.

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    1. "Según Aristóteles, la catarsis es la facultad de la tragedia de redimir (o "soportar la purificación") al espectador de sus propias bajas pasiones, al verlas proyectadas en los personajes de la obra,[3]​ y al permitirle ver el castigo merecido e inevitable de estas; pero sin experimentar dicho castigo él mismo. Al involucrarse en la trama, la audiencia puede experimentar dichas pasiones junto con los personajes, pero sin temor a sufrir sus verdaderos efectos. De modo que, después de presenciar la obra teatral, se entenderá mejor a sí mismo, y no repetirá la cadena de decisiones que llevaron a los personajes a su fatídico final."
      Tomado de Wikipedia.

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    2. Como existen tantos colores en el mundo así somos las personas, así los escritores, los artistas, etc, no tiene nadie que sentirse molesto ni ofendido, sencillamente los que disfrutaron del cuento: MB, a los que les desagradó: MB también, cada cual pienso, escribe lo que le gusta o siente, y a este autor quizas le gusta la fea realidad cubana que se vive hoy, ya que él mismo dice que no es mensajero de nada, va y él mismo es el personaje principal, qué les parece? Vamos disparen ahora...

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    3. Estimado lector apasionado del cuento La mansión de Birman Puig, tal vez usted desconozca que la polémica que intenta sostener acerca de la decencia de este cuento es tan vieja como la propia literatura y ha costado hasta condenas, juicios, cárcel y muerte a diversos escritores por parte del mundo conservador.
      De entre los diversos escribas acusados por esa ralea de censores recuerdo el caso Nabokov con Lolita, a Lezama por su capítulo VIII de Paradiso, a Salman Rusdhie por sus Versos satánicos o a Gustavo Flaubert por su Madame Bovary.
      En el juicio que le hicieron los retorcidos jueces de la época preguntaron a Flaubert lo mismo que usted insinúa ahora con el personaje Birman Puig y su autor.
      A la pregunta a Flaubert de quién era aquella adúltera indecente llamada Madame Bobary, el grande escritor Gustavo Flaubert respondió: Madame Bobary soy yo.
      A la pregunta suya acerca de si Birman Puig soy yo, he de decirle lo mismo que Gustavo Flaubert, Birman Puig soy yo, pero también soy El Ruso, el Musulmán, la mansión, las 4 botellas de whisky, la cojita de la Aclifin, la cieguita de la ANCI y hasta la ropa de marca.
      Agradezco a usted el inusitado fervor que le despierta mi escritura, esa es una señal de que ofrece catarsis y purificación como exigía Aristóteles. Millones de gracias por el intercambio. Van mis saludos. Birman Puig

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  7. Charles Baudelaire dixi: "Todos los imbéciles de la burguesía que pronuncian las palabras inmoralidad, moralidad en el arte y demás tonterías me recuerdan a Louise Villedieu, una puta de a cinco francos, que una vez me acompañó al Louvre donde ella nunca había estado y empezó a sonrojarse y a taparse la cara. Tirándome a cada momento de la manga, me preguntaba ante las estatuas y cuadros inmorales cómo podían exhibirse públicamente semejantes indecencias."

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  8. Muy buenas notas del autor, qué bueno que surtió el efecto esperado jijij nada, que como no tengo mucho que hacer me instruyo- aprendo con lo que contesta, de que la indecencia sea tan normal-moral en estos tiempos, oh, perdón, y en otros, mejor, siempre, nada, caballeros estamos asimilando la bella realidad de hoy...como será en otra galaxia con los flacos y feítos extraterrestres....

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  9. oh, se me olvidó firmar el anterior: sin más, un imbécil de Miami

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  10. Birman Puig, que debería llamarse el rey de los cabrones es un chulo como muchos de los que abundan en las ciudades de América Latina.
    No veo por qué tiene la sociedad que escandalizarse.

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  11. Caballero, propongo ante tanta pasión: por parte del autor y sus compinches-seguidores, cambiar el título, el autor se equivocó, pues se debió llamar el cuento: la Mansión de la Nena, ya que Birman no es dueño de nadita de nada, el mismo se pregunta de quien será el totico de la sabrosa, que les parece?

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  12. Opino que todo esta jala jala o teje maneje detrás de dicho cuento, que no es nada del otro mundo, ni tanto brillo tiene, no será editado por el mismo autor, para crear expectativa y la gente procure el cuento y luego el jurado diga, mira cuánta gente comentaron, eh?

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  13. Leyendo todos los comentarios sobre el cuento de Naranjo, creo que todos los opinantes tienen su razón. Es más, he disfrutado más las opiniones de los lectores, que del mismo cuento. Esto me dio ganas de informarme. Soy ingeniero, me gusta leer. Busqué sobre El realismo sucio, leí que se muestra la cotidianeidad y algunos estereotipos en la vida de sus pobladores: con la constante violencia, ciudades peligrosas, sucias y llenas de gente miserable. (regresen a la última palabra del experto o crítico: “miserable”, que significa: perverso despreciable, infame, etc). Por tanto no escriban o griten, que los tipos como el tal Birman, son comunes y que hay que alabarlos porque son reales, o semi dioses de estos tiempos del dos mil. Vaya, aclaren que las nuevas generaciones no lo deben imitar. Nadie ha captado (porque en ningún comentario se habla de esto), que quizás el autor lo hizo a manera de critica social con lo que lo que vive, tampoco él ha hablado ni aclarado al respecto, solo se ha defendido, queriendo impresionar con su sobrada cultura literaria hacia los que comentan. Tambien se dice que, el lenguaje de los personajes en el realismo sucio es indigno, grosero, vulgar y se animaliza la sociedad, por tanto, no critiquen tanto al lector del primer comentario, pues tiene sus razón, solo que no supo explicar lo que interpretó y el porqué el autor narró sobre ese mundo bajo. En el mundo como en el arte cabe todo, pero no se debe alabar la conducta del personaje principal. En Birman se derrumba o aniquila lo positivo de la existencia humana, sus valores, la ley, las instituciones humanas, es decir, son llevados hacia lo ínfimo. (repito: eso escriben los expertos en el tema). Existe en este tipo de literatura de realismo sucio hay un interés marcado en historias de individuos marginales, (repito: marginales), por algo lo definen así, y este cuento es muestra de ello. Debió aclarar esto el autor después de leer el primer comentario que se le hizo y hubiera sido perfecto. Si lo concibió a modo de crítica, es respetable el cuento, creo no estar equivocado. ¿Vale la aclaración?

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  14. "Alberto Guerra Naranjo ya leí ése cuento y te comenté que lo encontré genial. Por supuesto que debes hacer igual yo, lidiar con cualquier opinión, a pesar de que el chisme y la maldad sean otra cosa, miserias humanas con las que tenemos que convivir."

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  15. Alberto, acabo de leer tu cuento La mansión de Birman Puig y realmente me tiene fascinado lo bien que tú escribes, el color de tu prosa, como hilvanas las historias y los sucesos de forma magistral, literaria, sin ser empalagosa y con un vocabulario muy abierto.
    Creeme que, además, es una historia tan simpática, tan nuestra, tan real que da como envidia sana, me encanta como escribes, yo te felicito.
    No soy un crítico, soy nada más una gente que ha leído bastante y que lee bastante, y realmente es un cuento que fluye como un manantial. Estoy fascinado.
    Además, manejas muy bien el suspense, porque cuando empecé me preguntaba a dónde iba a parar todo esto, no me lo imaginaba, está muy bien, muy ágil muy ingenioso. Felicidades.

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  16. Sin novedad en frente con este cuento de Guerra. Siempre suelta por el medio los lanzamientos.
    Sus cuentos son crónicas fidelísimas de nuestra realidad con una gran dosis de ternura, humor, violencia y una extraña y peculiar belleza.

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  17. La verdad no entiendo por qué los amigos lectores de este autor, hablan de chismes-maldad, da la senasación que están molestos, muy bravos, igual que el autor por lo comentarios que hace el resto, los prfesionales no tiene que molestarse, creo yo, si el coemtario anterior a mi, puso que son cronicas de la realidad de cuba, eso debio decirlo el autor, para que el resto entienda que lo hizo a modo de critica, no veo que nadie se este burlando de lo que escribio, ni menospreciandolo, no entiendo porque e curso cogio este rumbo de altercado, no hay que exagerar compatriotas, exitos al autor, nadie le puso eso y es un concurso.

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  18. Dicho cuento esta envuelto con un lenguaje realista,con destellos donde los personajes se encuentran bien caracterizados y donde el playboy Birman Puig puede ser cualquiera de nosotros,alguien que es dominado por el dinero y el poder pero siempre termina la vida pasándole la cuenta a esos detalles donde el dinero y el poder no hacen nada,sino los valores intrínsecos del ser. La mansión de Birman Puig es de esos cuentos de Alberto Guerra que pone a reflexionar a a los lectores sobre el valor de la vida y deja otra vez,en claro,lo que puede ser el dinero y el orgullo.

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  19. Birman Puig, personaje central del cuento "La mansión de BirmanPuig" de la autoría de Alberto Guerra Naranjo, se mueve a medio camino entre supuesto "esplendor" y un real "caos" entre abundancias parecidas a carencias y carencias que buscan abundancias, Puig es ese hijo,hermano, vecino, yerno, primo, socio que nos toca y que acaso somos. En La mansión de Birman Puig, la realidad es ficción y la ficción se nos cuela en el barrio y el barrio, también, se convierte en alta Literatura.

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  20. Como lector de este y de varios cuentos leídos en esta plataforma noto que La mansión de Birman Puig ha generado diversidad de sentimientos encontrados y eso, queridos lectores, es un beneficio mayor para la literatura. Este cuento no deja a casi nadie sin ofrecer algún comentario y eso es muy importante, digo yo, que no soy escritor y preguntó qué otra cosa piensan ustedes?

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  21. no sirve, denle candela

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