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El gallo Jorgito

 

Pseudónimo: Suponte

 

 

Ese día era el décimo cumpleaños de Miguelito, había nacido en la década de los sesenta para un siete de abril, no había alegría en sus hermosos ojos, sentía que en su vida no había sueños ni esperanzas, sus seis hermanos dormían mientras él pensaba que le deparaba el destino, era el primogénito con muchas responsabilidades y deberes que cumplir, a sus padres les guardaba un rencor visceral y representaban para él desprecio y amargura en su corta vida. Era hora de levantarse y cumplir con los deberes diarios, su padre tenía una disciplina muy fuerte con sus hijos y en especial con Miguelito a quien le exigía más que a los demás, por ser el mayor, tenía que barrer y trapear aquella inmensa casa con pisos rústicos y los escombros que durante el día se hacían por el trabajo de carpintero de su padre, luego ir a comprar los alimentos al mercado y todo el resto del día ayudar a su padre en el trabajo, no había lugar para la escuela, estaba descartada, sus demás hermanos ayudaban en cosas menores. Era hora de levantarse no había lugar a la pereza, su padre no se daba el lujo de despertarlos, tenían que hacerlo ellos primero so pena de castigarlos ante tal despropósito. Miguelito guardaba la esperanza que sus padres se acordaran de su cumpleaños y le regalaran al caer la tarde un carro de bomberos o una patrulla policial que era lo que más anhelaba, se imaginaba como lo disfrutaría con sus amigos de cuadra jugando con su carro ya que él los podía ver desde la ventana del taller jugando en las tardes después que ellos salían de la escuela, Miguelito no comprendía porqué él no podía hacer lo mismo, tenía una vida diferente a los demás niños. De su padre escuchaba siempre que era su deber ayudar en el trabajo para poderlos alimentar a todos, el juego era para vagos y él no quería vagos en la familia. El día transcurría y llegaba la tarde y con ella se esfumaban las esperanzas de una torta o un carro de bomberos, ya entrada la noche Don Marco Tulio, se alistaba a prender el televisor que era el único en la cuadra ante la expectativa de todos, solo lo prendía a esa hora y le encantaba ver una serie que se llamaba: Raíces, que trataba de la esclavitud de negros que eran traídos a América desde África como mercancía. Les permitía a menores y adultos compartir la serie en un patio muy grande lleno de árboles frutales y un piso muy rustico donde se sentaban todos los comensales. Miguelito ya se había olvidado de sus cumpleaños y se preparaba para disfrutar de Raíces su serie favorita, era el único momento en que se olvidada del mundo real y se transportaba a una fantasía que era muy placentera ante las adversidades de la vida. 

Don Marco tulio acostumbraba a criar aves de corral, como patos, gallinas y un gallo en especial al que llamaba de cariño Jorgito, Jorgito tenía unos tres años y era el consentido de Don Marco Tulio, se vanagloriaba ante sus vecinos que nunca lo sacrificaría, era para él como una mascota y no permitía que nadie se atreviera a maltratar su mascota, Jorgito se paseaba en esos momentos por todo el lugar sin que nadie se atreviera a interrumpir su vanidad de ser el consentido. Todos estábamos muy concentrados en la televisión, Don Marco Tulio en días anteriores había adquirido un Chucharo ( una infección en la canilla izquierda) y estaba muy inflamado a punto de estallar por lo maduro, él era una persona de piel blanca y ese chucharo le contrastaba con un color rojo de la infección, lo mantenía destapado para que el pantalón no lo rozara y le produjera dolor, mientras tanto Jorgito se paseaba con su plumaje rojizo entre los comensales que no le quitaban la vista al televisor, de pronto Jorgito se acercó donde su amo y con una mirada amenazadora se fijó en el chucharo y tal vez en su instinto animal quiso ayudar a su amo de librarlo en su canilla de un animal raro que pudiera amenazarlo, se colocó en una posición de ataque y muy sigilosamente echo su cabeza hacia atrás para luego lanzar un ataque certero a todo el centro del chucharo de su amo: este estallo salpicando de sangre y materia a todos los que estaban alrededor y el pobre Marco Tulio pego un grito de ultratumba para luego caer al piso revolcándose de dolor con unos alaridos que no comprendían los presentes que salieron en estampida a la calle, su mujer no salía del asombro al ver a su marido tan agitado y desesperado, ella trato de ayudarlo preguntándole que le había pasado, pero él se veía tan pálido como un papel y gesticulaba palabras incoherentes que nadie comprendía, luego de darle un poco de agua y recostarse en las piernas de su mujer, pudo decir lo que le había ocurrido, para luego pedir que le trajeran a Jorgito a sus manos, todos corrieron a buscar a Jorgito entre los árboles, el pobre animal estaba tan desconcertado como todos, hasta que pudieron cogerlo y traerlo a los brazos de su verdugo que sabíamos  no iba a ser un agradecimiento por lo hecho, con las pocas fuerzas que tenía lo metió debajo de su brazo izquierdo y con la mano derecha le dio varias vueltas a su cuello para luego el pobre animal escuchar sus últimas palabras “esto se lo merece por bruto” y le estiro el cuello hasta partírselo, el pobre animal ahora se revolcaba en el piso como lo había hecho minutos antes Don Marco Tulio. Miguelito en su vida había visto tal espectáculo, pensaba que algo malo le podía ocurrir, a Don Marco lo llevaron a la cama para hacerle las curaciones, gritaba de dolor. Más tarde la madre de Miguelito le dijo que pusiera a hervir agua para pelar el gallo y luego hicieran un sudado con papa y yuca, y así lo hicieron Miguelito y sus hermanos, luego su madre sirvió la cena, trajeron a su padre muy aquejado y maltratado, comió con muchas ganas, arrancaba pedazos de carne del animal como si lo estuviera devorando vivo, por su parte Miguelito cenaba en silencio y con su mirada hacia el plato, pero en su interior se sentía satisfecho doble vez, había comido una cena y un pedazo de pollo que no lo hacía desde hace mucho tiempo, ya que sus padres los hacían preparar dos comidas, una para ellos compuesta de carne de cabeza de res, papas y arroz, mientras sus padres comían carne fresca, leche, frutas y demás manjares gracias al trabajo de todos. Y otra manera de sentirse dichoso fue que Jorgito le había dado una lección que nunca pensó: nadie le daría. 



El II Concurso Internacional de Cuento Primigenios publica de manera exclusiva las obras concursantes en el blog de la Editorial “Memorias del hombre nuevo”. En esta edición un jurado determinará el cuento ganador, pero la interacción de los lectores con los cuentos publicados es algo importante para la promoción y divulgación de la obra y los contenidos editoriales de Primigenios, Lunetra e Isliada.org.

Las obras publicadas en el blog no han sido editadas ni corregidas, según la regla del Concurso. Los autores son responsables de las erratas que puedan aparecer.  El Concurso Internacional de Cuento Primigenios ha recibido más de una veintena de obras que publicaremos en el blog “Memorias del hombre nuevo”, para que los lectores puedan acceder a todos los cuentos concursantes. Además se publicarán las estadísticas de lectores por obra y otros datos de interés que nos permitirán promover la lectura y el amor por la nueva literatura, esa que se escribe desde cualquier lugar del mundo. 




 

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