Dios es argentino
autor: Rodolfo Adrián Sturla )
Existe un momento en la vida en el cual necesitamos dar un salto de
calidad, hacer algo para ser recordados para siempre.
En ese trance me encontraba y mi deseo era concretar ese logro.
Estuve a punto de perder la vida y no quería demorarme.
Por ese motivo decidí plantear la impugnación de un acto divino.
Cuestioné la expulsión del Paraíso que realizó Dios respecto de Adán y
Eva, luego que éstos comieran el fruto prohibido.
En la Biblia - Génesis 2:17- consta que los primeros habitantes del Edén
fueron expulsados por alimentarse del fruto del árbol del conocimiento del Bien
y del Mal.
Como fundamento de mi demanda formulé la siguiente pregunta: si alguien no conocía esos frutos, es decir, si
Adán y Eva no poseían el conocimiento del bien y del mal,¿ cómo pueden ser culpables? Por el contrario, son inocentes,
puesto que no sabían lo que estaban haciendo. Es más, tal vez Dios quería que
Adán y Eva fueran ignorantes. No se explica de otra forma el sentido de la
prohibición de alimentarse de los frutos de ese árbol.
En consecuencia, el Ser Supremo procedió arbitrariamente cuando los
expulsó del Paraíso. Por esos fundamentos correspondía dejar sin efecto tal
medida injusta y que sus herederos retornen al Paraíso. Como ya fallecieron los
primeros habitantes del Edén, y no hubo reclamos de otros sucesores, entonces
yo, Rodolfo Sturla, en mi calidad de descendiente, tengo derecho de habitar
allí y de gozar de todos los beneficios que implica vivir en el Paraíso.
Para concretar mi objetivo saqué pasaje de avión y viajé a Roma. Desde
allí me dirigí al Vaticano para hablar con el Papa Francisco y así plantearle
el caso.
Mientras viajaba a Roma pensaba en varias coincidencias: yo soy
argentino, el Papa es argentino, y, hasta es probable que Dios también sea
argentino. Mi plan parecía no tener fallas.
Me presenté en la sede central de la Iglesia Católica. El Sumo Pontífice,
sospechando que yo planeaba hacer uso político de la entrevista, me sometió a
una espera interminable. No obstante resistí, hasta que me hizo pasar a su
despacho.
Hice el planteo de mi tesis. Él me miraba con ojos atónitos. Me preguntó
si estaba seguro de la demanda que estaba planteando. Asentí. Le dije que él, como
representante de Dios en la tierra, no podía desatender mi pedido. Me aseguró
que me iba a llamar prontamente. Contento por su respuesta me despedí.
Mientras esperaba su comunicación me dediqué a visitar el Museo
Vaticano. Allí iba a encontrar la distracción suficiente hasta que me llamaran.
El Papa, sin mucha convicción, comenzó a rezar para comunicarse con Dios.
Se sorprendió al recibir pronta respuesta. El Ser Supremo le dijo: -Francisco,
mañana a las cinco de la tarde cítalo a Sturla al Salón de los Santos. Voy a responder
a su inquietud.
Cumpliendo la orden divina me citó a la audiencia. Al día siguiente concurrí
con gran incredulidad. Sospechaba que todo iba a ser un montaje del Vaticano
para desembarazarse de mí.
Me hicieron pasar. En un imponente sillón estaba sentado el Papa con su
vestimenta habitual. A su lado una figura que parecía ser Dios. Irradiaba una
luz tan brillante y resplandeciente que cegaba la vista.
El Jefe de la Iglesia Católica le recordó mis argumentos. El ser supremo
respondió que no hacía falta hacerlo. Le recordó que él como Dios es un ser
omnipotente y omnisciente.
El Supremo Hacedor me miró y me preguntó: - ¿Así que vos decís que yo me
equivoqué cuando expulsé a Adán y a Eva del Paraíso porque que ellos eran
ignorantes antes de comer del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal? ¿ Y
eso significa que antes de alimentarse de esos frutos no sabían nada y no
podían pecar, puesto que desconocían todo?
A lo que respondí: -Así es señor Dios. Me baso en las constancias de la
propia Biblia, que es el libro sagrado. En el Génesis 3, versículo 5 reza claramente: “Sabe Dios que el día en que
comáis de él serán abiertos vuestros ojos y sereis como dioses conociendo del
bien y del mal”
El Ser Supremo me replicó: -¡Tenías que ser argentino Sturla! ¡ Solo a
vos se te ocurre plantearme eso! ¿Te olvidás que sos agnóstico, que no crees en
Dios, es decir, que no creés en mí? ¿Cómo podés alegar algo que dice la Biblia
si vos no sos creyente?
Sin inmutarme, respondí: - Con todo respeto, Señor Dios, si yo no creyera
en usted ¿cómo podría verlo y escucharlo como lo estoy haciendo ahora? El Papa es
testigo de este diálogo con usted. Antes yo no creía en usted puesto que nunca
lo había visto. Pero ahora creo en Dios, creo en la Biblia, creo en el Paraíso.
Y creo que corresponde que se anule el juicio y debe dejar sin efecto la orden
de desalojo del Paraíso con respecto a Adán y Eva. Como ellos ya fallecieron, y
yo soy su descendiente, pido que se me transporte al Edén para hacer justicia.
Hago reserva de mis derechos para el hipotético e improbable caso que no haga
lugar a mi demanda. Le aclaro que voy a llegar hasta las últimas instancias.
Dios, con visible enojo, contestó:
-Yo soy el Ser Supremo, yo escribí la Biblia. Si yo digo que Adán y Eva
fueron expulsados con total justicia del Edén es palabra santa. Y a vos, Sturla,
por haberme hecho semejante planteo, ¡ te voy a mandar de cabeza al infierno!
Haciendo caso omiso de la advertencia divina y con absoluta confianza hice
el siguiente planteo: -Señor Dios, basándome en sus argumentos, en lo que dice
la Biblia- que fue escrita por usted- los humanos fuimos hechos a su imagen y
semejanza. Ahora bien, usted sabe que soy argentino, y por eso tiene claro que
soy capaz de hacer estallar el mundo en pedazos puesto que los nacidos en mi
país fuimos bendecidos con todos los climas, con todas las riquezas naturales, con
una producción capaz de alimentar a veinte poblaciones como la nuestra. Y, sin
embargo, estamos en la ruina, nuestro país está quebrado y la mitad de la
población es pobre.
Yo le juro por mi madre que voy a subir a todas las redes sociales mis
argumentos, los voy a difundir por todos lados y de esa manera voy a poner a
toda la gente en su contra. Por eso, no me provoque. Si quiere comprar mi
silencio, mándeme al Paraíso ya.
Dios, ante tal amenaza, y sabiendo de lo que somos capaces los
argentinos, meditó profundamente, se acercó al Papa y le dijo en secreto: - A éste
mejor lo mando al Paraíso. Si no lo hago, me arruina el negocio. Y vos Francisco,
no vas a decir una sola palabra de esto o te jubilo como lo hice con Benedicto
XVI.
El II Concurso
Internacional de Cuento Primigenios publica de manera exclusiva las obras
concursantes en el blog de la Editorial “Memorias del hombre nuevo”. En esta
edición un jurado determinará el cuento ganador, pero la interacción de los
lectores con los cuentos publicados es algo importante para la promoción y
divulgación de la obra y los contenidos editoriales de Primigenios, Lunetra e
Isliada.org.
Las obras publicadas en el blog no han
sido editadas ni corregidas, según la regla del Concurso. Los autores son
responsables de las erratas que puedan aparecer.
El Concurso Internacional de Cuento
Primigenios ha recibido más de una veintena de obras que publicaremos en el
blog “Memorias del hombre nuevo”, para que los lectores puedan acceder a todos
los cuentos concursantes. Además se publicarán las estadísticas de lectores por
obra y otros datos de interés que nos permitirán promover la lectura y el amor
por la nueva literatura, esa que se escribe desde cualquier lugar del mundo.
Un cuento fantástico y entretenido. Su autor merece mi gratitud por su creatividad
ResponderEliminarGracias Alexa por tus palabras. Disfruto de escribir y trato que los lectores gocen de la lectura
Eliminar"Infiero que este original cuento debe haber sido escrito por un autor argentino conocedor profundo de la argentinad y lo felicito por el derroche de imaginación demostrada. Buen cuento."
ResponderEliminarHe disfrutado de este cuento de humor tajante que apunta a lo loco y contradictorio de la civilización.
ResponderEliminarUn agnóstico con fundamentos que no comparto pero que Volvo muy bien en su relato
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