El humo de la literatura: un puente entre Pinar del Río y Miami
Dicen que todo en el universo está conectado: las mareas y la luna, el destino y la memoria, la literatura y el humo de un tabaco encendido en Miami. Desde mi balcón, mientras observo las volutas disiparse en el aire, veo las sombras de mi gente en Pinar del Río, allá donde la literatura se abre camino con la testarudez de un alga en la roca. No he pisado la capital de esa provincia occidental de Cuba, pero sus historias han llegado a mí como el eco de un destino inevitable.
Durante años, Juan Sánchez y Carlos Martínez Malo han librado más batallas por los libros y sus autores que un almirante inglés. En esa comarca, donde la literatura ha sido un acto de resistencia, se ha gestado un proyecto que desafía la inercia: Zona Franca y Circuito Cerrado, nombres que resuenan como claves de un conjuro contra el olvido. Desde hace meses, junto a Editorial Primigenios, han dado forma a un puente literario donde los libros, como cartas selladas por el tiempo, encuentran su destino en manos de lectores hambrientos de palabras.
Y los libros han nacido. Memorias de alcantarilla de Rafael Ferro Salas, En la voz una isla de María del Carmen Díaz Valdés, Déjame que te cuente, limeña de Cristian Felipe Arroyo González, A pesar de las trampas de Carlos Martínez Malo, Cegados por la luz de Noel Díaz Hernández, Las mariposas mueren al mediodía de Eduardo Martínez Malo y Hábeas corpus de Enrique Montes de Oca Fernández. Títulos que han sido presentados en la sede de Zona Franca y Circuito Cerrado, bajo un lema que es casi un manifiesto de supervivencia: "Con o sin corriente presentaremos este sábado el libro...". Porque en Cuba, donde la luz se apaga sin previo aviso, la literatura se niega a oscurecerse.
Esa es la historia, la que se repite como el ciclo de las mareas, la que insiste en demostrar que los hilos invisibles del universo están entretejidos con tinta y papel. Y mientras veo disiparse el humo de mi tabaco en la noche de Miami, sé que, de alguna forma, sigo allí, en Pinar del Río, en la voz de quienes leen, en las páginas de esos libros que nacieron contra todo pronóstico.
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