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  A veces Facebook se pone creativo con las fechas y uno lo deja pasar, porque lo verdaderamente importante no es el algoritmo sino el latido. Esta foto me devuelve a uno de esos libros que se quedan conmigo como una lámpara humilde: Y todo a media luz, de Teresa R. Medina Rodríguez. Un volumen de cuentos nacido en aquellos años en que Editorial Primigenios estaba aprendiendo a vivir, a respirar, a equivocarse con dignidad y a acertar con hambre de futuro. Recuerdo esos primeros libros como se recuerda un hogar que aún no tenía todas las paredes levantadas. Libros que no llegaron para hacer ruido, sino para hacer raíz. Libros que eran ensayo y promesa. Y Teresa estaba ahí, en ese mapa temprano, aportando su voz, su mundo narrativo, su sensibilidad. En el catálogo, sí, pero también en la emoción de quienes entendemos que una editorial no es solo un sello: es una familia que se va inventando mientras camina. Primigenios siempre ha querido ser eso: un puente, una orilla que conversa c...
Entradas recientes
  Hoy recibimos en nuestro stand a una invitada muy especial: la poeta María Palitachi. María acaba de ser homenajeada ayer con un título de Doctora en una ceremonia celebrada en la biblioteca de Orlando, un reconocimiento merecido a una trayectoria amplia, luminosa y coherente dentro del universo literario. Que haya venido directamente desde ese homenaje a visitarnos en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara es un gesto que agradecemos profundamente. Con María publicamos Eyes on the Border , un libro de poesía en inglés que abrió para Editorial Primigenios una experiencia novedosa y enriquecedora: la posibilidad de dialogar con otras lenguas sin perder la raíz latinoamericana que nos sostiene. Esta obra, intensa y necesaria, mira el límite físico de una frontera para hablar de las otras: las interiores, las sociales, las que dividen y también las que salvan. Hoy conversamos, leímos poemas, recordamos caminos recorridos en distintas ferias e instituciones. María tiene u...
  A veces me preguntan si valió la pena tanto esfuerzo para llegar a la Feria de Guadalajara. La pregunta es justa, porque una editorial pequeña e independiente no viaja con comodidades: viaja con contratos en la mochila, con cuentas en la cabeza, con autores en el corazón y con la certeza de que cada paso se paga en sacrificios visibles e invisibles. En mi caso, la travesía empezó mucho antes del primer día de feria. Llevé más de 150 libras de libros: casi un ejemplar de cada título de Primigenios, aunque algunos no lograron viajar por demoras en la entrega desde Amazon. Para poder estar en una feria con libros físicos, una editorial como la nuestra tiene que comprarlos como ejemplares de autor, a un precio que ronda los tres dólares por unidad, sin contar envío ni impuestos. Y luego viene el factor tiempo: Amazon puede tardar hasta tres semanas en entregar, a veces más, y esa incertidumbre se vuelve parte del equipaje. Solo en la logística de libros para la feria —entre ejemplare...
  UN MUNDO PARA LOS ANIMALES Hoy mi madre, en medio de su neblina, se despertó llamando a mis abuelos. Todos en la familia saben que ellos hace mucho tiempo no están en esta tierra. Me tocó la parte más dura: sentarme a su lado, tomarle la mano y explicarle otra vez que ya habían fallecido… y verla llorar como si fuera la primera vez que lo escuchaba. No es casualidad que lleve días trabajando, precisamente ahora, en el nuevo libro de Mathías de Jesús (¿se acuerdan de él, el joven de Costa Rica a quien le publicamos la novela ilustrada Más allá de la galaxia?). Mathías ha dedicado este libro a su abuelo fallecido, con estas palabras: “A la memoria de mi querido abuelo, que siempre fue una figura de sabiduría para mí, un hombre muy querido por toda nuestra familia y a quien sigo admirando incluso hoy, porque hasta viendo caminar hormigas sabía si iba a llover.” Qué de cosas hace la ternura y la tristeza cuando se mezclan en nuestro cerebro. El nuevo libro se titula “Un mundo para lo...
  Camino a Roma   Dicen que todos los caminos conducen a Roma. Roma, Roma, Roma. ¿Pero cuál Roma? ¿La ciudad de los Césares? ¿La aldea de mármol y espadas, de palacios saqueados, de leyes grabadas sobre la piedra del miedo? ¿La de los esclavos, los senadores, los baños termales y la peste olímpica? No. Los caminos no llevan allá. Los caminos conducen a otra parte. A una calle sin nombre, donde abrí una puerta de madera vieja, donde viví. Quemado de Güines. Con dos puntos sobre la u. Ahí está mi imperio, mi centro, mi origen. Cierro los ojos y salto, salto como Superman desde el portal y caigo en la casa de Felicitas, corro hasta donde Nelo, grito algo sucio o hermoso, todo es lo mismo si es verdad, y corro de nuevo, doblo la esquina, sigo por la calle B, la que va al central, San Isidro, donde pasaba mi abuelo en bicicleta, algunas tardes, cansado, con la espalda doblada y los pulmones vacíos. Yo lo seguía con los ojos, y más tarde con los pies. Doblaba a la derecha y lo b...
  "Hay recuerdos que no vienen del pensamiento, sino del olor. Como esta colonia: un golpe de infancia, una calle en Cuba, un hombre que se ponía esto antes de salir a buscar lo imposible." Archivo del cuerpo Haruki Murakami dice que en algún lugar de la cabeza hay un pequeño cuarto donde vamos dejando los recuerdos perdidos: las oportunidades que dejamos pasar, los amores que no cuajaron, las palabras que no dijimos. Ese cuarto existe, sí. Pero no es el único. Porque el cuerpo entero es un archivo secreto. Hay recuerdos que no se archivan en la cabeza. No todos caben ahí. Algunos se quedan en el estómago, en la acidez de una despedida mal digerida. Otros bajan al tobillo derecho, donde cojeamos sin saber por qué, como si una nostalgia nos jalara desde abajo, desde ese hueco mínimo que no logra cerrar. Las manos —sobre todo las manos derechas— guardan lo que no supimos soltar. Apretaron demasiado o dejaron ir muy pronto. Allí están las caricias suspendidas, las cartas no envi...
  LA PATRIA EN LA CINTURA Aquel niño no sabía que le habían robado los juegos. Tenía seis años y ya le colgaba la patria del cinturón, como una carga que no pidió, como una herida que aún no sangraba. La boina ladeada, que juraría fue la misma con la que enterraron a su padre, sellaba un destino. Era 1966, año de la solidaridad, decían, y el niño posaba con una pistola del padre, una cartuchera grande para su cintura pequeña, con la mirada seria que no entendía. No eran juegos. No era infancia. Era una foto. Una imagen cuidadosamente armada para dejar claro en qué lado de la historia crecería. ¿Pero cuándo un niño vestido de soldado deja de ser niño? ¿Quién responde por esa renuncia temprana a la inocencia? En el reverso de la foto, una consigna: "Con saludos de Patria o Muerte". Porque así se saludaba entonces. Así se vivía. Así se repetía, como una oración invertida, la promesa de morir antes que dudar. Fidel nos enseñó a marchar antes de pensar. Nos puso el uniforme antes ...