Conferencia "Las creadoras de Primigenios" dictada en el marco de la IV Feria Latinoamericana del libro de Cartagena de Indias, Colombia, el 24 de julio del 2021.
Eduardo René Casanova Ealo
Presidente de Editorial Primigenios
Un día de septiembre del
año 1931 el gran poeta Federico García Lorca pronunció unas palabras en la
inauguración de la biblioteca de su pueblo natal, las palabras me vienen a la
cabeza en estos momentos que estoy frente a ustedes para hablarles de las mujeres
creadores de Editorial Primigenios: Muchas veces un pueblo duerme como el agua de un estanque un día sin
viento, y un libro o unos libros pueden estremecerlo e inquietarlo y enseñarle
nuevos horizontes de superación y concordia. Porque contra el libro no valen persecuciones. Ni los ejércitos, ni el
oro, ni las llamas pueden contra ellos; porque podéis hacer desaparecer una
obra, pero no podéis cortar las cabezas que han aprendido de ella porque son
miles, y si son pocas ignoráis dónde están. Fin de la cita.
La literatura no puede cambiar el mundo, pero si a las
personas y estas, con sus acciones, pueden ayudar a hacer un mundo mejor, más
solidario, libre y justo. Si la literatura y en especial la literatura escrita
por mujeres no tuviera la capacidad transformadora de provocar en los lectores
emociones o respuestas nunca vividas, los dictadores no la hubieran visto como
un peligro y una amenaza para su poder. La historia de la humanidad está llena
de momentos en que libros, autores y lectores han sido censurados, perseguidos
o encarcelados. Censuras evidentes (prohibiciones expresas de libros por
diversos motivos); y, también, censuras soterradas (consecuencia de omisiones,
ocultamientos y olvidos deliberados).
Quienes cercenan las libertades de las
personas dictan órdenes de prohibición de libros más pronto que tarde, porque
saben que la lectura aporta al lector criterio propio, capacidad para el juicio
crítico, conocimiento del mundo. Por eso, no dudan en utilizar recursos y
estrategias que les permitan silenciar o prohibir libros o perseguir y condenar
a escritores y lectores, incluso encarcelarlos cuando estos manifiestan su
desacuerdo con las políticas de turno en las sociedades donde se frena y
persigue la libertad individual. Yo soy un hombre que ha visto con sus propios
ojos todo esto que les digo, de hecho, la invitación por parte de los
organizadores de la IV Feria Latinoamérica del libro de Cartagena de Indias
para esta conferencia, llegó en momentos de reflexión y de mucho dolor.
Como muchos cubanos en todo el mundo, he estado siguiendo
los acontecimientos de nuestra isla. Una mezcla de orgullo y esperanza por esa
masa de jóvenes que enfrentando la represión más brutal han demostrado con
valor su angustia, desesperación y malestar a un proyecto que por mucho tiempo
ha fracasado. Las evidencias de ese fracaso están en muchos de los testimonios,
obras literarias, historias y narraciones que Editorial Primigenios ha
publicado de muchos creadores residentes en la isla.
La literatura es el espejo de la vida, de la sociedad y de
las pesadillas y demonios que surgen en las horas más oscuras de los pueblos.
Mis palabras hoy están dirigidas a homenajear en especial a
las creadoras de Primigenios. Mujeres que en medio de los horrores de esta era
escriben sobre el amor, la esperanza y la necesidad de mantener la vida.
Acabo de recibir varios mensajes de una de ellas, frágil
criatura que desea ayudar pero no sabe cómo, en medio de tanta tristeza y
desolación.
Editorial Primigenios es la única forma que tengo como
individuo de luchar contra el genocidio cultural que por más de sesenta años
viene ocurriendo en Cuba.
Salvando las distancias y los tiempos Primigenios surgió
inspirado por la vida de Oskar Schindler, el empresario austríaco que salvó la
vida de aproximadamente mil doscientos judios durante el Holocausto,
empleándolos como trabajadores de sus fábricas.
Puedo decir que cada libro que publico, sin costos para sus
autores es un modesto intento de salvar una vida y quien salva una vida, salva
al mundo entero, (frase del Taimud que labraron en un anillo entregado a
Schindler por los judíos).
Raphael Lemkin “el padre del término genocidio” incluía al
vandalismo en el proceso del genocidio, cuando un grupo en el poder intenta
acabar con la cultura, la memoria o la herencia de otro grupo y en el peor de
los casos terminar con el poder social, cultural y económico de ese grupo.
Editorial Primigenios ha publicado y seguirá publicando a
todos los autores cubanos sin costo y en especial a aquellos que son
silenciados por su manera de pensar.
La literatura escrita por mujeres propone hacer visibles
las zonas íntimas de algo compartido, en especial las desigualdades y las
violencias que atraviesa al género.
En el caso de las creadores de Primigenios de mayoría
residentes en Cuba todas ellas marcan una renovación que acompaña los cambios
sustanciales en la sociedad, por supuesto esa literatura primigenia tiene voz y
cuerpo además de género e ideología dejando atrás las migajas de los monólogos
de los hombres.
Todas ellas, desde
la ficción y los distintos géneros literarios se han ocupado de referirse a
diferentes temas íntimos y vuelto políticos, incluso aquellas que escriben para
niños y jóvenes como lo hace Ana Díaz, valiente mujer, poeta, novelista,
artista de la plástica, actriz y autora de innumerables libros, quien
recientemente acaba de renunciar a la Unión de Escritores y Artistas de Cuba
por su desacuerdo con la represión y la situación política de su patria.
Ana es una de las mujeres de Primigenios que ha luchado
contra el sobreuso de la ideologización, como poderoso medio para falsear la
historia que el régimen transmite y ha pagado un duro precio, junto a su esposo
el también escritor y poeta Rafael Vílchez.
En su carta pública de renuncia Ana Díaz no dice:
Odio el abuso, la injusticia. Le he entregado mi vida al
arte desde esta pequeña aldea. Los artistas nos debemos a nuestro pueblo. A
este pueblo que año tras año, disciplinado, espera una luz que jamás llega. Y
me resulta triste e indignante ver a las personas matándose a golpes entre sí.
Gritando unos pocos por la calle, como perros con rabia, sanguinarios, enviados
del infierno. Rojos de ira, con el deseo ferviente de golpear a su hermano.
Felices porque les dijeron Mata. Reprimiendo. Mintiendo todo el tiempo,
manipulándolo todo. Queriendo tapar el sol con un dedo. Hermanos contra
hermanos por no pensar igual. Señor mío, nada ni nadie en este mundo es
idéntico! Duele el silencio cómplice de los intelectuales, de los artistas ante
este acto genocida contra un pueblo desarmado y hambriento. Un pueblo que solo
desea vivir como seres humanos y se le respeten sus derechos. No puedo callar.
Esto es la gota que rebasó la copa. Jamás imaginé que una cosa así pudiera
pasar. Pero está pasando. Y yo, que con tanto orgullo ostenté durante tantos
años haberme ganado un sitio en dos de las filiales de la Uneac, como escritora
y como actriz, hago pública mi renuncia de esta institución. Que Dios les
perdone tanto silencio, tanta complicidad con el mal. LO QUE ESTÁ MAL ESTÁ MAL.
Y ESTÁ REMAL. No hay justificación posible. Que Dios nos proteja. VIVA CUBA
LIBRE. Ana Rosa Díaz Naranjo.
A unos cientos de kilómetros hacia el oeste de donde Ana
Díaz subsiste rodeada por sus demonios, otra creadora, como personaje de la
novela Fahrenheit 451 de Ray Bradbury, se apresta a recitar una y otra vez sus
poemas de modo que no caigan en el olvido. Rodeada de montañas y de la censura por
sus discrepancias, Miladis Hernández Acosta, acaricia en su imaginación el lomo
de sus títulos publicados con la Editorial Primigenios y otras editoriales
allende de los mares: Viento de cenizas, Las náufragas porfías, La isla
preterida, La sombra que pasa, Los imponderables reinos, Al sur de los páramos,
El fuego del ángel, Después de la caída, Memorias del abismo, Libro de los
próximos y su último libro publicado por Iliada Ediciones “Bosque de Tárnow. Al
igual que Ana, Miladis acaba de renunciar públicamente con una carta que cito:
Yo Miladis Hernández Acosta ( Guantánamo, Cuba, 1968).
Mujer y escritora. Madre y librepensadora. Defensora de la
paz, poeta; humanista y martiana, hago renuncia pública de pertenencia a la membresía
de la Unión de Escritores y Aristas de Cuba. UNEAC.
Unión y sede que se entra por voluntad propia. Y se sale
por el mismo concepto.
Mis razones son obvias.
Creo en la libertad. En la Cultura como resorte de
proyección humanista y vehículo para el crecimiento del ser, y todo salto debe
ser hacia lo humano. Creo en el derecho de cada individuo a expresar sus ideas
y opiniones sin que estas tengan que ser reprimidas por las fuerzas. Creo en el
progreso. En el arte.
Creo en Cuba. En el respeto entre los hombres, en el amor y
en la bondad de los seres humanos. No deseo respaldar, ningún proyecto, venga
de donde venga que, haga uso del último recurso que representa el del
enfrentamiento entre ciudadanos, y el uso de la innecesaria violencia. Para mí
y según mis derechos y legítimas facultades, todos somos ciudadanos cubanos.
Por ende, todos merecemos ser escuchados. Creo en el valor profundo de la
palabra. En el justo diálogo, en el entendimiento lógico; la reconciliación, y
en la unidad de todos los cubanos. En el espíritu de Dios, y en la fuerza de
San Miguel Arcángel.
Les dejo a todos un abrazo y la voluntad de seguir
trabajando para la promoción, aporte y desarrollo de la rica y extraordinaria
Cultura cubana. Cultura que a todos por demás, también nos pertenece, nos
identifica como pueblo, nos abraza y une.
Sería imposible en esta media
hora detallar la obra y los valores humanos de cada una de las creadoras de
Primigenios, pero es de hombres honorosos hacer hermoso aquello que uno está
obligado a realizar, por ello nombraré a las 59 escritoras miembros de la Editorial
Primigenios, cifra que aumentará este año con nuevas obras en proceso editorial:
1.
Alina Moreno
2.
Amanda Nancy
Torres Ruíz
3.
Ana Herminia
Rodríguez
4.
Ana Ivis
Cáceres de la Cruz
5.
Ana Julia
Gutiérrez Ulloa
6.
Ana Margarita
Valdés Castillo
7.
Ana Rosa Díaz
Naranjo
8.
Andrea García
Molina
9.
Anisley Miraz
Lladosa
10.
Aymee
Corominas
11.
Barbara
D´Acebedo
12.
Barbara
Olivera Mas
13.
Beatriz del
Rosario Torrente Garcés
14.
Bertha María
Gómez Sedano
15.
Clara Lecuona
Varela
16.
Claudette
Betancourt Cruz
17.
Daimy Díaz
Laborda
18.
Delsa López
Lorenzo
19.
Eliane Acosta
Moreira
20.
Elizabeth
Álvarez Hernández
21.
Esther Suárez
Durán
22.
Felicia
Hernández Lorenzo
23.
Gabriela
Sánchez
24.
Gilda Guimeras
25.
Gisela Lovio
Fernández
26.
Grisel Leonor
Rodríguez Pimentel
27.
Guillermina
Consuelo Samsaricq González
28.
Ivonne
Sánchez-Barrea
29.
Jenny Díaz
Valdés
30.
Katia Pérez
Padrón
31.
Lisbeth Lima
Hechavarría
32.
Lucy Maestre
33.
Maria Liliana
Celorrio
34.
María Ondina
Niebla
35.
Mariana Enriqueta
Pérez Pérez
36.
Marié Rojas
Tamayo
37.
Marilú
Rodríguez Castañeda
38.
Maritza Vega
Ortiz
39.
Mayda Milián
Ortiz (fallecida)
40.
Miladis
Hernández Acosta
41.
Minerva Pérez
Corcho
42.
Miriam Peña
Leyva
43.
Miroslaba
Pérez Dopazo
44.
Narely
Plasencia Rodríguez
45.
Niurbis Soler
Gómez
46.
Nuris Quintero
Cuellar
47.
Odalys Leyva
Rosabal
48.
Pilar Doris
Gálvez Martínez
49.
Rebeca Ulloa
50.
Sarah
Graziella Respall Rojas
51.
Teresa Medina
Hernández
52.
Vivián Suárez
García
53.
Wendy Calderón
Veloso
54.
Xiomara Maura
Rodríguez Ávila
55.
Yamilka
González Pérez
56.
Yasmín Sierra
Montes
57.
Yolanda
Felicita Rodríguez Toledo
58.
Yuray
Tolentino Hevia
59.
Zuleica Ruíz
Peix
A la escritora inglesa Virginia Woolf le gustaba decir que
“para la mayor parte de la historia, anónimo era una mujer, en una evidente
crítica a la invisibilización que ha tenido la mujer en la literatura, relegadas
a un segundo plano en la vida política, laboral y social, las mujeres han
tenido que luchar históricamente con el lugar que les habían asignado en el
mundo: el hogar y la familia. Históricamente una mujer no podía superar
intelectualmente a un hombre. Al mencionar los nombres de “mis primigenias” me
he llenado de ambrosías por lo que representan esas mujeres en sus distintas
disciplinas artísticas, algo que considero inmenso, digno de mencionar, pues
casi todas ellas enfrentan serias dificultades sociales y económicas, la propia
Virginia Woolf mencionaba que “Uno no puede pensar bien, amar bien, dormir bien
si no ha comido bien, una mujer debe tener dinero y una habitación propia si
desea escribir”.
No me pregunten como esas 59 mujeres lo han hecho. No tengo
una respuesta precisa.
El principal motivo del por qué estoy aquí hoy parado
frente a ustedes es para rendir homenaje a la pasión desmedida que ellas han
volcado en sus obras, pasión que no persigue encontrar un lugar en la
posteridad, mas solo la satisfacción personal que proviene del compromiso por
el avance de un mundo mejor. No podría ser de otra forma, todas ellas, escritoras
y artistas tratan de cambiar la realidad existente no combatiéndola, en su
lugar lo que hacen con sus obras es crear un modelo que haga obsoleto el
anterior.
En esos libros que he traído como mensajes de concordia, de
luz desde mi humilde lugar en el norte se resumen lo que os digo, ahí está la
voz dulce y vibrante de Ana Ivis Cáceres de la Cruz cuando escribe en uno de
sus poemas:
La isla es un puzle
un partido
una estación
un alias.
Bebo de sus raíces sin golpe en la consciencia.
Brillo que avergüenza al otoño,
el verano hace una mueca que perturba,
el invierno baja la mirada.
Manto de hojas putrefactas.
La isla no es venganza sin frontera,
dueña del verano
maqueta del poder.
Y la voz de Claudette Betancourt Cruz, hermosa joven cubana
en todas sus dimensiones y alma que me susurra su dolor:
ARRASTRO ESTA PIEDRA,
no por una montaña,
no hacia la cima de una montaña,
no la arrastro y vuelve a caer
sino que va dentro de mí.
Yo soy la piedra.
Lento, lento es mi paso de piedra en el
abismo,
en las claustrofóbicas aceras,
lento y triste,
porque aprendí a pensar y mi alma
se volvió una piedra.
Maldigo las hojas que comí
del árbol del bien y del mal,
del árbol del conocimiento.
Pensar es una maldición,
odiar lo oscuro es una maldición,
amar un pájaro que vuela, una araña que
vibra,
el polvo brillante que vuela sobre el aire.
Y la voz de
Lucy Mestre que viene como hálito de luciérnagas espolvoreando de amables
especias o como lágrima de cebolla doliente que pretende romper el misterio del
amor más allá de la muerte:
Si te enteras
que he muerto, ven a verme,
acércate al
cadáver, ven, te invito,
no te asombres
si sientes que me excito,
es que tienes
el don de poseerme.
Si viniera la
muerte a someterme
donde guardé
la cruz y este febrero,
tu lengua
resucita mi aguacero.
Si te enteras
que he muerto, ven a verme.
Porque hueles
a lumbre como un salmo
y quizás sea
la muerte mi agujero
de sol, la voz
de lluvia conque calmo
el ardor de mi
alma, mi grisura.
Esta agonía de
seguir viviendo
donde escondo
mi falta de cordura.
Amigos, podría
estar toda la tarde y noche, citando a “mis primigenias” compartiendo con
ustedes las maravillas, penas, emociones y desgarraduras que me han provocado
en el alma sus libros, les confieso que voy a recordar esta época de mi vida
como un momento de tristeza y de alegría combinada, al estar de duelo y
teniendo el corazón roto por mi patria he vivido rodeado de libros dedicado a
la devoción y al estado de gracia que producen en mi la obstinación y mi amor
por la libertad intelectual y moral, quizás todo ello pueda sonar a alguien como
una fuente de auto sufrimiento por mi estupidez eterna de perseguir a los que
no hacen daño. Presiento que los puede defraudar, a como le gustaba nombrarlas a
Alberto Rodríguez Tosca, “las desdichadas criaturas de la inconmensurable
realidad”, las voy a defraudar por “la desapacible tiranía que prohíbe toda misericordia”.
Muchas gracias
a los organizadores de esta importante feria por permitirme estar hoy aquí con
ustedes representando a los creadores de Editorial Primigenios y en especial a
esas 59 mujeres, a los que me ata la gratitud infinita por el honor de editar y
publicar sus libros.
Muchas
gracias.
Comentarios
Publicar un comentario