Estado
de pánico
Seudónimo:
Esperanza
Veloz
como el viento caminábamos, buscando la salida del Hospital "Salvador
Allendeˮ, quedé detrás, evitaba chocar con las voces descontroladas que
gritaban -Pinja… Pinja-; he irrumpían golpeando mi tímpano como una campana en
reverberación. En corte directo, el oído aludido respondió al mandato de la voz
aguda e imponente de mi amiga - apúrate y cierra las piernas, que las Pinjas
están por todas partes-.
De inmediato los ojos en aviso intentaron
ubicar el agresor, - juro que no solo las piernas se tensaron_, rápidamente mi
mano cubrió la boca como una señal; con un audaz movimiento ocular descubrí los
oídos desprovistos de cualquier protección; pero sentía que no eran los únicos
que la necesitaban, y francamente solo atinaba a correr.
En
la guagua, mi amiga seguía parloteando, estaba indignada; la miré y me quedé
impávida, trataba de entender porque a su alrededor volaban Pinjas de todo
color mientras ella seguía hablando.
"
No sólo de Pinjas vive el hombre”
Me gustó porque es un hecho real sobre todo la situación estresante que tuvimos como profesionales de salud de guardia para estar siempre al lado de nuestro pueblo que necesitaba atención médica al hospital Salvador Allende(Covadonga)...Es una experiencia personal vivida de Covid dónde aprendí la Solidaridad, el Humanismo...y que el médico no abandona sus pacientes que sea en el buen o mal momento siempre estar atento a ellos porque aquí Nadie se Rinde por otras cosas que sea prioritaria que la Salud Humana.
ResponderEliminarFue el Dr. Placide Eddy Onianguet,formado en esta isla (Cuba)
ResponderEliminarUna historia que cada dia se vive en Cuba,todos nos hemos sentido en algun momento invadidos por esas "pijas" en el aire que muy pocas veces son usadas en tono amistoso, casi siempre vienen acompañada de ira, frustración y nadie sabe como termine ese dialogo,en el cual tu no has participado pero la comunidad te hace complice.
ResponderEliminar¡Excelente, muy bueno! Una situación real que vemos a diario en todas partes, las colas, las guaguas, ¡hasta en los centros de trabajo!
ResponderEliminarGracioso y colorido de la cultura cubana. Perfecto cierre.
ResponderEliminarMaravilloso, es algo que vivimos cada día y las p no se detienen se ha conventido en una palabra común que destruye la imagen del que la dice,magnífico escrito.
ResponderEliminarMaravilloso. Es el espejo de la cotidianidad del cubano. Felicidades a su autora y la exhortación a seguir escribiendo. Dios te bendiga
ResponderEliminarEl cuento tiene una buena enseñanza. Es perturbador tener que vivir al lado de la vulgaridad. La frase clausural le da un toque magnífico para el cierre de la obra.
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